viernes, 9 de noviembre de 2012

Blancos y negros, moros y cristianos, catalanes y castellanos


No es mejor un negro que un blanco ni es mejor un pobre que un rico. Sabemos bien que tanto el uno como el otro puede ser un mal nacido.

Creer que un catalán es mejor que un castellano es tan imbécil como creer que un castellano es mejor que un catalán. La vida nos muestra bien claro que un catalán puede ser tan indeseable como cualquier castellano. ¿O quizás todavía no nos hemos dado cuenta?

No es una cuestión de origen, aunque también, sino de manera de ser. Pero, ¿de la que depende la forma de ser?

Somos lo que la vida nos ha dado: la naturaleza con que hemos nacido más el entorno que nos ha criado. Una multiplicidad de elementos que se combinan y hacen que cada ser sea como es.

La naturaleza es la naturaleza, y poco podemos hacer. Donde sí podemos actuar es en el entorno. ¿Cómo queremos que sean nuestros hijos? ¿Cómo queremos que sea nuestro pueblo el día de mañana? ¿Qué podemos hacer para ir haciendo el mundo cada día más humano? Estas son las grandes preguntas y no sólo con qué lengua tenemos que hablar.

Vivimos tan bien como podemos, sin tener en cuenta nada que no sea el presente. Somos irresponsables a más no poder. Casi nadie piensa donde nos lleva lo que estamos haciendo, la forma en que vivimos, los recursos que quemamos, los valores que despreciamos, la sociedad que estamos haciendo ... Nuestros hijos tendrán el mundo que les dejaremos, pero casi no pensamos en eso. Sólo vivimos. Vivimos tan bien como podemos y estamos muy orgullosos de lo que hacemos.

El orgullo, un orgullo irracional y estúpido nos invade. Somos los mejores y merecemos estar entre los mejores.

Ah, sí, de acuerdo. Pero, ¿cuáles son los mejores? ¿Los que queman recursos naturales a más no poder? ¿Los que hacen armas cada vez más potentes? ¿Los que explotan otros pueblos y los someten por la fuerza cuando no se dejan explotar? ¿Los que viven del esfuerzo de los que tienen más abajo? ¿Acaso no sabemos nada de historia social?

Sabemos historia y todo lo que en el mundo ocurrió y ocurre. O por lo menos podemos saberlo, porque escrita está en todas las lenguas que tenemos al alcance, comenzado por el catalán. Pero, ¿de verdad queremos saberlo?

Quizá no queremos saber nada de lo que no nos conviene. Nada de lo que nos pueda romper el sueño, de lo que nos pueda poner en peligro la fe. Esta fe ciega que nos hace creer que somos los mejores, que estamos por encima de todo y de todos, del bien y del mal, de los otros. Que nos basta con ser catalanes.

Y llegado este punto debo decir, con el corazón en la mano, que no siento orgullo de ser catalán, pero sí de ser hijo de un pueblo que ha luchado contra los tiranos, que ha alzado la hoz cuando se ha sentido herido y ultrajado, que ha luchado y lucha por los derechos humanos, que ama la justicia y reivindica su derecho a ser una nación libre y responsable de su destino, no sometida a fascismos de ningún tipo, ni castellanos ni catalanes ni europeos ni americanos. Que quiero ser parte de un pueblo que ponga los derechos humanos por encima de los privilegios de los ricos. Que no quiero estar gobernado por ningún político que nos someta a la tiranía de las clases sociales adineradas. Que no quiero tener ningún presidente que haga discursos en catalán y recortes sociales en castellano. Que quiero una patria catalana humana, construida sobre la justicia equitativa y el respeto por los derechos de las personas y de los pueblos. Que la quiero así porque quiero ser libre y parte de un pueblo digno y soberano. Y que no me basta con cambiar de amo, porque amo no quiero ninguno. /PC

Original en catalán:

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