sábado, 12 de marzo de 2005

La reflexión, esa rara facultad humana

Pensamos según vivimos y actuamos según pensamos, pero nuestro destino no es fatal..., si reflexionamos.


Si la forma de vida transforma la sociedad o si es esta quien determina el pensamiento colectivo es ya un viejo tema de debate que raramente aparece en los foros populares de la red, más dados a discutir acontecimientos recientes que a dirimir cuestiones de orden intelectual que según la opinión mayoritaria no llevan a ninguna parte. Así de pragmática está la cosa. Y no obstante yo pienso que como no se va a parte alguna es caminando sin rumbo ni carta de navegación. ¿Será por razón de mi edad...?

Vivimos como «yonquis» colgados de ese permanente «todavía más» con el cual el Capitalismo Neoliberal domina y esclaviza todo el Sistema. Es la vieja tentación de la serpiente, del Espíritu del Mal, el mito bíblico en versión actualizada: «si consigues esto que ahora te ofrezco, serás feliz». Hoy la Publicidad ha sustituido a la Religión en la permanente oferta de Felicidad, y los viejos sacerdotes del Orden Estatal, guardianes antes y ahora del Templo del Sagrado Poder, reconvertidos en eficaces publicistas, siguen desplegando las redes de su seductora Magia para pescarnos como peces incautos y retenernos en una bien estudiada Cautividad.

La Felicidad es un cebo infalible que han usado y siguen usando todos los Cautivadores de Almas que han habido y hay en la ya vieja Historia de la Humanidad. Pero mientras en épocas anteriores Materialismo e Idealismo rivalizaban a la hora de ofrecerla, actualmente se está imponiendo de forma contundente a lo largo y ancho de nuestro vasto Mundo «globalizado» el Imperio de los Sentidos, y ya nada tiene valor si no es cuantificable. Tan sólo aquello que es visible o tangible cuenta, hasta el punto de que aun poseyendo la mayor fortuna del mundo no se consideraría a nadie persona rica si no hiciese ostentación de su riqueza. Y ésa es la gran trampa del consumismo, de la que no resulta nada fácil zafarse: la Ostentación.

La necesidad de ostentar conlleva la obsesión por ese patológico «todavía más» que impregna nuestra Mente hasta el último rincón, nos configura el Alma y determina nuestras vidas. Es el arma más poderosa con que cuenta esa ideología capitalista neoliberal que domina todo el Sistema. Nada importa que tengamos cuanto necesitamos y más, porque a diario aparecerá a nuestro alrededor algún que otro cacharro expresamente diseñado para conseguir que su sola presencia en el Mercado despierte en una buena parte de la Población un irreprimible deseo de poseerlo. Y esa es la causa de que en esta sociedad configurada a imagen y semejanza del poderoso Don Dinero, el Índice de Crecimiento Económico se haya convertido en indicador indiscutible del buen rumbo hacia el Bienestar y la Felicidad.

La Humanidad camina aceleradamente cada vez más cegada por la luz del Progreso Material sin ver la senda donde pone sus pies, y tan absorta por no perder el ritmo de esa aceleración que no repara ni en qué pisa ni a dónde va. La reflexión, esa rara facultad humana que nos permite Ver, brilla las más de las veces por su ausencia tanto en el orden colectivo como en el individual, y nadie parece querer apostar ya por ella, ni en el ámbito público ni en el personal. Y yo pregunto: ¿es que alguien puede tomar conciencia del rumbo de su vida sin pararse ni un solo instante a reflexionar? /PC


KAOSENLARED.NET | 12-3-2005 a las 17:31 | 581 lecturas | 2 comentarios
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