martes, 23 de junio de 2015

Cortinas de humo que esconden realidades

Decir lo oportuno y callar lo inoportuno. Dar imagen de sensatez y buenas intenciones. El arte del buen gobernante consiste en saber desplegar una cortina de humo que esconda lo serio, lo verdadero, lo que en realidad cuenta, lo que construye o destruye la evolución mental de sus gobernados, su capacidad de reflexión y de crítica, su crecimiento humano…


No hace falta preguntarse para qué quieren los gobernantes esconder lo serio, porque la respuesta es obvia. Se esconde la verdad para que prospere la mentira, para que no levante al engañado contra quien le engaña. Pero, ¿por qué la gente se deja engañar tan fácilmente? Porque es obvio que la mayor parte de la sociedad se traga sin demasiada preocupación la sarta de mentiras que se le largan.

Lo primero que nos viene a la cabeza es un viejo refrán que dice: “es más fácil creerlo que ir a verlo”. Según eso, la causa principal por la cual la gente acepta el engaño podría ser la pereza, o si mucho se nos apura, la falta de medios para desentrañar la verdad. Pero otra opción nos la sugiere también otro viejo refrán: “si quieres ser feliz como me dices, no analices muchacho, no analices”. Ahí la cosa tiene menos disculpa porque lo que estamos diciendo es que la gente engañada acepta de buena gana el engaño con tal de que nada perturbe su felicidad.

Que la gente quiere ser feliz es natural e indiscutible. Decir o desear lo contrario sería aberrante. Y por más que el modo cómo la gente es feliz da para mucho discurrir y dialogar, hay algunas premisas que son a todas luces evidentes. La gente es feliz cuando siente que triunfa aquello con lo cual se identifica. Y al contrario, se incomoda cuando con razón o sin ella se cuestiona lo que le da seguridad. 

Vivimos con la vanidad a flor de piel los humanos. Tanto, que no nos extrañaría que en lo más hondo de nuestra psique esa vanidad fuese una protección contra nuestras posibles inseguridades. Observemos sino nuestro entorno y tratemos de hallar la razón de ese consumismo exhibicionista que afecta a la humanidad entera. Y lo mismo en cuanto a los fanatismos, sean políticos, religiosos o simplemente deportivos.

Yendo al tema que nos motiva diremos que no nos sorprende en absoluto esa unánime devoción que la comunidad católico-romana mundial manifiesta por su Papa Francisco. Después del larguísimo papado del polaco Wojtyla, que tan solo no podía ser motivo de vergüenza para los fieles fanáticos y los desinformados, al cual siguió el del controvertido Ratzinger, era de esperar que la inteligencia vaticana pusiera mucho cuidado en elegir a quien pudiera rehacer la deplorable imagen que daba la Santa Madre Iglesia Católica Romana. Iba en ello el prestigio de tan santa institución y con él su influencia en el mundo occidental. 

Diversos eran los considerandos a observar, pero quizá dos fuesen los más decisivos. El primero era el origen del dignatario elegido y el segundo su habilidad para nadar y guardar la ropa. Era lógico que fuese latinoamericano porque sabido es que el paisanaje cuenta y es en América Latina donde mayor población católica hay, pero también porque allí están prosperando otras confesiones que podrían atraer a la grey católica descontenta. Así que atendido el primer considerando, había que centrar la atención en las habilidades personales del elegido y en su capacidad para representar el papel que su equipo asesor determinara. ¿Y quién mejor que Bergoglio podía desempeñar ese papel?

Supo nadar y guardar la ropa astutamente durante la criminal dictadura militar que azotó al pueblo argentino cuando él ocupaba un alto cargo eclesiástico. Nada hizo entonces por denunciar los crímenes de los militares ni tampoco luego siendo obispo de Buenos Aires y Primado de Argentina hizo declaración alguna condenándolos. Muy al contrario, porque el 4 de agosto de 2006, siendo ya cardenal, en la homilía que pronunció en la Catedral de La Rioja con ocasión de los 30 años del martirio del obispo Angelelli evitó hablar de asesinato y lo señaló como “desgraciado accidente”, una tergiversación indignante si tenemos en cuenta que era notorio que no fue accidente sino un homicidio premeditado.

Hoy el astuto Bergoglio, tomando aires franciscanos, renuncia al tradicional boato pontificio y no ceja de pronunciar frases y lanzar discursos en los que dice cuanto la buena gente católica estaba deseosa de escuchar en boca de su Sumo Pontífice. Una astuta cortina de humo que sirve para esconder que esa Iglesia Católica Romana que él preside sigue siendo patriarcal, jerárquica, autoritaria y por tanto antidemocrática, contraria a la igualdad de derechos, pues discrimina en razón del sexo a sus fieles. Y no bastando con eso, callar también que sigue gozando de los privilegios y prebendas que tradicionalmente la han favorecido. Concretamente acá en España sigue recibiendo aun hoy día la subvención de las arcas públicas que le concedió el dictador Franco. 

Pero nada de todo eso dice el Papa Francisco en sus discursos sino que recoge lo que otros ya dijeron y lo hace suyo. Critica lo que el mundo hace pero no lo que hace su Iglesia. ¿Cómo no va a tener contenta a la grey católica?

En opinión de quien esto escribe, no son buenas palabras lo que el mundo necesita sino hechos. Cristianos dispuestos a oponerse a las injusticias del capitalismo depredador que nos destruye. Hombres y mujeres que sean luz en las tinieblas, levadura en la sociedad, empezando por la propia. Todo lo que no sea eso es palabrería vana, cuando no engaño premeditado. /PC

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https://ecupres.wordpress.com/2015/06/26/cortinas-de-humo-que-esconden-realidades/

1 comentario:

  1. Esperamos que después de las palabras vengan los hechos que limpien realmente la cara de la ICR.

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