lunes, 17 de mayo de 2004

Con el nombre de Dios por medio

   
No es nada nuevo que quienes se comportan de manera humanamente censurable intenten avalar su conducta con invocaciones a Dios o a los nobles sentimientos. Con el nombre de Dios por medio se han llevado a cabo crueldades de todo orden, entre los que se cuentan torturas inquisitoriales, quemas de herejes, guerras santas, cruzadas de liberación y apalizamientos y aun asesinatos de presuntos blasfemos o enemigos de Dios. Ya la Biblia nos cuenta en el Génesis como Caín pasó de la envidia al odio y acabó asesinando a su hermano Abel porque le parecía que Dios lo miraba con mejores ojos que a él. Curiosamente y también según la Biblia, quien más obcecado estaba por obtener el favor de Dios no era Abel, la víctima, sino Caín, el asesino. Dios de por medio en un mítico crimen fratricida. ¿Será acaso esta narración bíblica una advertencia?

No es ningún secreto que los oficiales y mandos de determinados ejércitos celebraban una Eucaristía antes de ordenar a sus tropas lanzarse a matar y a morir. Como tampoco es ningún secreto que autoridades eclesiásticas bendecian tanques y aviones de combate so pretexto de que servían para luchar contra el comunismo ateo. Claro que estas cosas tenían sus antecedentes porque, según la tradición, ya en el origen de la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio se halla la visión que Constantino dijo haber tenido de una cruz en el cielo y de una voz que le decía «con este signo, vencerás». Paradojas del destino, la cruz de Jesús de Nazaret, símbolo de amor, convertida en signo de guerra.

En nombre de Dios se ha sembrado el terror y se ha bendecido la muerte, justificando la barbarie con las más alambicadas mentiras sostenidas y avaladas por quienes se autodenominan representantes de Dios en la tierra. ‹No a la guerra, pero demos apoyo a un gobierno que la promueve, para bien de la religión y de nuestra santa institución. No a la pobreza, pero hagamos callar a aquellos de los nuestros que denuncian de modo inconveniente para nuestros intereses las maniobras de los desalmados opresores que la generan. Y encima, no descuidemos el protagonismo mediático ni dejemos de contar las leyendas de siempre para que la gente siga mirando al cielo y no se fije en lo que ocurre acá en la tierra‹. Mentiras y ruindades en el nombre de Dios y, según dicen quienes las cometen, para mayor gloria de Dios.

No es de extrañar pues que con tanta perversión y tanto lenguaje hipócrita haya quien confunda entre rogante y rogado, y ante la imposibilidad de distinguir entre verdad y mentira acabe renegando de todo. Otra cosa sería que el mentiroso se retractase, pero de eso nada, porque la mentira está para algo, y largos siglos de cultivo no merecen ser desperdiciados por una nimiedad. Además, para eso están los aguerridos cruzados, para defender a sangre y a fuego la versión de la doctrina oficial.

Pero aun con todo cuanto acabo de exponer, me parece lamentable que se sirvan en bandeja las ocasiones para la discordia. Ante la archiconocida evidencia de que «no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver», no me parece buena idea echar carnaza a las fieras para que se sacien de modo que nos perjudique a todos. Hurgar en los sentimientos de las personas es peligroso para la estabilidad emocional de las mismas, hasta el punto que incluso los psicoterapeutas toman precauciones antes de sugerir al paciente reflexiones o pensamientos que aun siendo ciertos les puedan herir. Decir a los hinchas de un club de futbol que su equipo juega sucio, por más que sea verdad es sin duda alguna una provocación que no va a modificar la ética que rige la conducta de sus jugadores, y una vez iniciada la discusión no cabe esperar otra cosa de los de uno y otro bando sino que se pongan a favor de los suyos.

No me parece que estemos en tiempo propicio para estériles provocaciones, sino para defender la verdad desde la serenidad y la firmeza. Y por mucho que nos pese, tratándose de la verdad siempre estaremos en aquello que ‹si no me falla la memoria‹ escribió Machado: «Tu verdad no, la verdad. Vente conmigo a buscarla. La tuya guárdatela.» De modo que siempre hará falta convencer al otro para que acepte recorrer juntos el camino. Porque por mucho también que nos duela, este mundo que queremos, o lo hacemos entre todos o no lo vamos a hacer.
 

kaosenlared | 17-5-2004 


 

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