miércoles, 16 de octubre de 2013

Pueblos, naciones, estados, imperios... y crimen institucionalizado



Los pueblos y las naciones los dio la Vida, son formaciones humanas naturales. En cambio los estados son organizaciones sociales, instituciones de poder que tanto pueden estar al servicio del pueblo como de las clases dominantes, dependiendo de quien lo gobierne y controle. Cuando la ambición y la codicia crecen en demasía y con ellas la capacidad agresiva de los ejércitos, aparecen los imperios y con ellos la injusticia institucionalizada. Que nadie confunda, pues, naciones con estados y aun menos con imperios. Que nadie confunda lo natural con lo administrativo, porque de la confusión surge el engaño y del engaño el poder del tirano.

Un pueblo es un colectivo humano con unas señas de identidad comunes, una lengua, unas costumbres, una cultura... Los pueblos son hijos de la vida. Nadie necesita discurso alguno para saber quien es su madre, su padre, sus hermanos, sus abuelos, sus tíos, sus primos, las gentes con las cuales se entiende en propia lengua... La vida lo da a entender. Los pueblos crecieron a lo largo de los siglos, gestaron sus costumbres y normas y de acuerdo con ellas establecieron sus leyes, su propio modo de regirse y gobernarse y se convirtieron en naciones.

Ser parte de un pueblo es mucho más que una simple cuestión administrativa. Es mucho más que estar inscrito en un determinado registro civil. Yo soy catalán no tan solo porque nací en Cataluña sino porque nací y crecí en el seno de una familia catalana y catalana es mi lengua materna, esa que la España UNA y GRANDE me negó el derecho de aprender en la escuela. Y reivindico mi catalanidad porque soy hijo del pueblo que esa misma España perseguía ya cuando nací y al que bombardeó cruelmente luego que en 1936 los militares golpistas se alzaran contra el gobierno de la República.

A quienes apelan a la historia para fundamentar sus argumentos en torno a éste o aquel estado les recuerdo que de los hechos narrados hay tantas versiones como narradores tuvieron, las cuales son a menudo contradictorias. Pero por encima de todo les quiero hacer observar que casi todas tienen en común la narración de los hechos vistos desde arriba, desde el poder, con ignorancia y desprecio de los pueblos y de los sufrimientos que los hechos narrados les causaron.

Voy a dejar de lado, pues, la historia escrita y voy a fijarme en las injusticias y afrentas de que ha sido objeto mi pueblo y con él yo mismo a lo largo de mi vida. No voy a tomar en cuenta las opiniones de quienes no las hayan padecido, pues dada su vital ignorancia los consideraré interlocutores no válidos en cualquier discusión que trate este tema. No son los libros sino la vida lo que nos da el conocimiento.

En cuanto a ese nacionalismo español que tantos esfuerzos han hecho y hacen los gobiernos de España en promocionar e imponer a machamartillo, a base de continuos lavados de cerebro hábilmente diseñados desde la escuela primaria, desde los medios de comunicación de masas, desde los aparatos de propaganda del estado, diré que no son mías las gestas del Cid Campeador, héroe legendario castellano, que no catalán ni vasco ni gallego... Las de Don Pelayo; de Guzmán el Bueno; de los tan mitificados Reyes Católicos... Con ninguno de ellos me identifico, máxime cuando lo que se ensalza en sus hazañas es la violencia con que actuaron, las guerras que desencadenaron, la sangre de inocentes que para su mayor gloria hicieron derramar en criminales batallas.

Tampoco considero míos los reyes y dictadores que de tres siglos acá se han ido sucediendo en el poder en eso que hoy se denomina España. Ninguno de ellos hizo nada memorable por mi pueblo. Todos sometieron a mi nación catalana. Todos nos utilizaron y explotaron, ora como carne de cañón, ora como animales de carga, simples proveedores de la Hacienda Española.

Hoy las clases dirigentes del Estado Español que nos oprime, obediente a ese Imperio Del Crimen Financiero que genera hambre y miseria por doquier, usa de todos sus recursos para expoliar de forma salvaje e impensada a la mayor parte del pueblo humilde, dejándolo sin vivienda, sin servicios médicos, sin instrucción, sin derecho a una vida digna. Hoy la codicia de los ricos invade el mundo bajo el control de políticos sin entrañas. Hoy mi pueblo, mi nación sufre un abuso de las clases pudientes como no habíamos siquiera imaginado. Nunca a la mayor parte de la población le pasó por la cabeza que esta involución social llegara a darse. Quizá por eso aceptó la sumisión dócilmente, sin rebelarse. Pero el despotismo de quienes gobiernan es tan insoportable que por fin parte del pueblo sale a la calle y sin ambages grita ¡BASTA!

Es hora ya de acabar con ese gran crimen organizado que es la política mundial. Es hora de luchar contra todas las tiranías institucionalizadas. Es hora de gestar en la propia tierra, con la propia gente formas democráticas de vida en común. Es hora de entendernos entre iguales para echar fuera del poder a tanto criminal infiltrado. Es hora de unirnos a las asambleas de barrio y de colectivos diversos para urdir estrategias que neutralicen y contrarresten sus perversos y desmesurados abusos.

Esta guerra de ricos contra pobres afecta a todo el pueblo. Nadie debe negarse a tomar partido, pues inhibirse es darle la victoria al enemigo. 


http://www.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/item/71502-pueblos-naciones-estados-imperios-y-crimen-institucionalizado.html

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