sábado, 8 de noviembre de 2014

Los sentimientos de clase y de nación

Durante años la tiranía de los gobiernos al servicio de los poderosos ha sometido al pueblo a un proceso de destrucción sistemática de los sentimientos de clase y de nación. Pero hora el pueblo despierta.


Como casi todo el mundo sabe y los políticos saben mejor que nadie, los sentimientos son el motor de la conducta humana. De ahí su empeño en controlar los de cuanta más gente mejor, a lo cual dedican esfuerzos y recursos en abundancia. Y de ahí que quieran parecer ángeles cuando su conducta es la del peor espíritu maligno que cabe imaginar. Falsean datos estadísticos, mienten cínicamente y se hacen pasar por demócratas cuando en realidad son un hatajo de tramposos que dictan leyes a su medida y hacen uso de toda la fuerza del Estado para hacerlas cumplir.

No reparan en emplear toda clase de recursos que puedan despertar emociones, ya sean eventos deportivos, noticias deformadas en los cuales se criminaliza a quienes quiera que les sean adversos, campañas de socorro y asistencia a víctimas de daños que ellos mismos causaron, etc. Hacen lo que sea, sin escrúpulo alguno, con tal de confundir a la opinión pública y despertar sentimientos favorables a sus intereses.

Durante los tiempos de la dictadura fascista que gobernó en España desde 1939 hasta el comienzo de eso que vinieron en llamar democracia, se mintió a toda la población española en lo concerniente a las naciones y pueblos sometidos al tiránico gobierno que las armas impusieron en el Estado español. Se decía en los libros de texto escolares y se proclamaba por los medios que entonces había, prensa y radio principalmente, que el pueblo español era uno solo. Que la patria común de todos los españoles era España. Que Don Pelayo fue algo así como su fundador. Que la nación española era una y diversa en sus costumbres y lenguas pero que la única lengua que podía ser considerada como tal era la lengua castellana, siendo todas las demás simples dialectos. Ningún respeto para la lengua catalana, ni para la vasca, ni para la gallega, ni para otras que con el tiempo y la invasión centralista habían sido castellanizadas. Se trataba de destruir el sentimiento de identidad nacional de todas las naciones anexadas al Estado español, lo cual favorecía sin duda, el dominio de las mismas.

Después de lo que llamaron “transición”, en tiempos de lo que pretendieron y aún pretenden hacer pasar por democracia, el combate hacia el sentimiento de nación mermó y creció en su lugar el combate al sentimiento de clase. Ya no había clases sociales en España. Ya no había pobres, solo clase media. En todos los hogares había televisión, frigorífico, lavadora automática y un envidiable nivel de confort que deslumbraba a las personas mayores de aquel tiempo y les hacía olvidar las penurias sufridas en los años en que tuvieron que trabajar en condiciones infrahumanas o por sueldos de miseria. Había trabajo en abundancia y quien más quien menos disponía de dinero para comprar lo necesario y gastar en lujos y caprichos. La política la hacían los políticos y todo el mundo daba por sentado que la hacían bien.

La idea del debacle social que ahora padecemos no pasaba ni de lejos por el pensamiento de nadie durante los años de “esplendor” económico y social. De ahí que la “crisis” viniese tan de repente y que la mayor parte de la gente la tomase por una tormenta de verano que pronto iba a amainar. Pero pasan los años y el buen tiempo no llega, lo cual hace que el pueblo empiece a despertar.

Resucita el sentimiento de clase oprimida y el de identidad nacional. La gente abre los ojos y ve la miseria humana que se esconde tras la “grandeza” de las organizaciones estatales. La lucha por independizarse de su opresión tiránica crece. El pueblo toma conciencia de que es preciso combatir de raíz la injusticia que nos gobierna. De que si no luchamos vamos a ser los suburbios de esa mega nación que los ricos del mundo pretenden imponernos, de ese mundo que están empeñados en construir para los privilegiados.

Europa no es la patria de nadie salvo de los ricos. La Unión Europea no es nuestro mundo, por más becas Erasmus que acá se den y por más que los graduados con mejores calificaciones de los países periféricos puedan ir a trabajar a los países ricos de Europa. No es irse a trabajar fuera lo que hace falta sino poder trabajar en el propio país y participar del sentimiento de nación que se esfuerza por existir.

Durante años nos han lavado el cerebro con esa internacionalidad que ha dado lugar a la globalización del capitalismo, a ese endiablado dominio que el capitalismo ejerce sobre los pobres del mundo entero mediante las leyes dictadas por las corporaciones mercantiles y sustentadas por los ejércitos de los países poderosos.

Durante años nos han negado nuestra condición de clase dominada y la de pueblo sometido. Nos han hecho creer que la lucha no era necesaria. Ahora se esfuerzan en hacernos creer que no es posible. Mal lo tienen. Cada vez les va a ser más difícil mantenernos adormecidos. El pueblo está despertando. La clase social oprimida está tomando conciencia. La nación sometida lucha por su libertad. Ni leyes ni prohibiciones van a callarnos ni detenernos. Y aun menos someternos de nuevo. No nos pararán. Seguiremos luchando mientras nos quede un hálito de vida. /PC

http://www.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/99679-los-sentimientos-de-clase-y-de-naci%C3%B3n

 https://ecupres.wordpress.com/2014/11/25/los-sentimientos-de-clase-y-de-nacion/

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