miércoles, 1 de mayo de 2013

Apacienta mis ovejas

Divagación herética acerca de algunos papas


Cuenta un irreverente chiste de café que allá por el siglo IV de nuestra era, viendo Helena de Constantinopla, madre del emperador Constantino, las dificultades que su hijo enfrentaba para mantener la hegemonía del Imperio, elevó sus preces al cielo pidiendo la bendición de Dios. Dado que era mujer piadosa, su plegaria fue escuchada por la Santísima Trinidad, la cual reunida en sesión extraordinaria acordó lo siguiente:

1) Dios Padre Todopoderoso daría poder a la máxima autoridad de sus fieles adoradores y al brazo armado que le diese soporte.

2) Jesucristo se mostraría como ejemplo de humildad y sacrificio, a fin de que el pueblo llano se sometiese mansamente a las autoridades de turno a modo de paciente rebaño.

3) El Espíritu Santo se encargaría de que se eligiese máxima autoridad del Pueblo de Dios a alguien acorde con las acciones del Padre Todopoderoso y de Jesucristo, su Hijo.

Y concluye el chiste diciendo que así fue como Constantino recibió en sueños el mandato divino de poner el signo de la cruz en los escudos y estandartes de sus ejércitos, lo cual hizo que pudiese derrotar a sus enemigos. Como a partir de eso, decidió convocar el concilio de Nicea y presidirlo como autoridad máxima. Y también como de entonces acá todos los papas elegidos por inspiración del Espíritu Santo tuvieron el apoyo de los poderes terrenales, con sus leyes y ejércitos, y mediante la prédica de la humildad contribuyeron a mantener resignados y sumisos a los pueblos sometidos.

A menudo ante un chiste ocurrente nos preguntarnos cómo le habrá venido a la cabeza a quien se le ocurrió. Ya Sigmund Freud se lo preguntó en su día y escribió unas cuantas páginas acerca de cómo se gestan en la mente humana esas agudezas verbales. Pero sin ir tan lejos, cabe pensar que el narrado chiste puede muy bien responder al estupor que a un buena parte de quienes recibimos en nuestra infancia educación católica nos causa la paradójica conducta que ha seguido a lo largo de los siglos esa Santa Madre Iglesia Católica Romana que dice ser depositaria del mensaje de Jesús.

Paradójico o si más no contradictorio es pensar que Jesús de Nazaret, que nunca se valió de poder alguno para imponer sus convicciones, haya llegado a tener como máximos representantes suyos en el mundo a papas tan soberbios y amantes del poder como para recurrir a la violencia siempre que se ha puesto en juego su supremacía o la de la “santa institución” por ellos gobernada.

Una atenta lectura de la historia del papado nos da argumentos más que suficientes para la perplejidad que señalamos. Papas como Urbano II, quien promulgó la primera cruzada, una guerra santa, bajo el signo de la cruz victoriosa. Inocencio III, quien en 1202 proclamó la cuarta cruzada, fruto de la cual fue la conquista de Constantinopla y los tres días de saqueo que le siguieron, el cual más tarde, en 1215, proclamó la gran cruzada de exterminio contra los albigenses. Inocencio IV, quien autorizó a la Inquisición que permitiera a las autoridades seculares la tortura para arrancar confesiones de herejía. En fin, la lista es escandalosamente larga. Tanto, que motivos hay para compartir la sospecha que da pie al irrespetuoso chiste. Y no tan solo en tiempos remotos, sino en los cercanos. Porque quienes tenemos ya alguna edad recordamos lo hecho por papas como Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

De Pío XII sabemos que firmó un concordato con Hitler y que dio soporte a los regímenes fascistas de Italia, Portugal y España. Que no protestó contra las leyes xenófobas de Nuremberg (1935), ni contra el ataque italiano contra Etiopia y Albania en 1939, ni contra el comienzo de la Segunda Guerra Mundial por parte de los nazis en ese mismo año. Qué guardo silencio sobre el holocausto perpetrado por los nazis. Que bendijo el golpe militar del fascista Franco contra el legítimo gobierno de la República y la criminal limpieza ideológica que hizo tras su triunfo armado.

De Juan Pablo II sabemos que heredó el celo anticomunista de su antecesor Pío XII, lo cual le llevó a bendecir la empresa privada y el libre mercado y a pactar con Ronald Reagan el fin de la Teología de la Liberación en América Latina, que amenazaba los intereses de EEUU. Mientras él reprendía públicamente a Ernesto Cardenal, los dictadores militares que gozaban de su bendición asesinaban a curas, monjas y civiles que luchaban por un mundo más justo y más humano. Sabemos que dio especial soporte a instituciones altamente reaccionarias, como el Opus Dei, de quienes canonizó a su fundador. También bendijo a los Legionarios de Cristo, fundados por Marcial Maciel, que se ha hecho tristemente famoso por su escandalosa inmoralidad. Y a los neocatecumenales de Kico Argüello, que no se distinguen precisamente por su progresismo. Y que a fin de dejar asegurada su sucesión en la más absoluta línea reaccionaria nombró un gran número de cardenales de ideología totalmente derechista. En fin, que no dejó en mal lugar al Espíritu Santo en lo concerniente a hacer uso de los poderes terrenales y predicar humildad y sumisión al pueblo.

Su sucesión recayó en el cardenal Ratzinger, máximo responsable de la “Congregación Para la Doctrina de la Fe” (Inquisición) desde 1981, quien en el ejercicio de ese cargo reprimió con mano dura a cuantos teólogos y curas osaron cuestionar la doctrina católico-romana, entre ellos a Hans Küng y Leonardo Boff. Elegido papa en 2005, con el nombre de Benedicto XVI siguió el camino involucionista de su antecesor, llevando a la Iglesia por los caminos del autoritarismo y cada vez más alejados del Concilio Vaticano II. Su gran afán de poder y de protagonismo lo llevó a compartir el mundo de los poderosos, hasta el punto de celebrar su 80 aniversario en la Casa Blanca, en compañía del belicoso George W. Bush. Durante su mandato han salido a la luz numerosos escándalos que bien pueden haber sido la principal causa de su renuncia al pontificado.

A Benedicto XVI le sucede ahora el cardenal argentino Bergoglio, quien cambia su nombre por el de Francisco. El pasado clerical del presente papa es motivo de controversia. La mayor parte de la Iglesia Católica Latinoamericana se muestra orgullosa de él y manifiesta su esperanza de que haga grandes cambios. Los gestos de cara a la galería que ha empezado a hacer parece que quieran dar la razón a sus fieles seguidores. Pero quienes miramos la trayectoria del papado con espíritu crítico nos preguntamos si al igual que sus antecesores no estará haciendo lo que dio lugar al irreverente chiste que nos ha servido de introducción: humildad de cara al pueblo y connivencia con los poderosos.

No vamos a aventurar profecías sino a darle tiempo al tiempo. Iremos observando y ya se irá viendo. De momento vemos que tomó entre sus asesores al filogolpista cardenal Óscar Rodríguez Madariaga*, lo cual algo indica. Pero no nos precipitemos. ¡YA SE VERÁ!


* Acerca de Rodríguez Madariaga:

http://www.redescristianas.net/2009/08/11/cardenal-arzobispo-de-tegucigalpa-oscar-rodriguez-maradiaga-%C2%AByo-soy-el-primero-en-rechazar-el-golpe-de-estado%C2%BB/

http://www.redescristianas.net/2009/08/21/mis-pastores-nos-e-ocupan-de-mi-rebanose-apacientan-ellos-mismosgabriel-sanchez-montevideo-uruguay/

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