sábado, 14 de diciembre de 2013

Acallar las voces... silenciar la conciencia

Cuando los déspotas alcanzan  el poder, la injusticia queda garantizada. Así lo demuestran la “Ley Mordaza” española y las revueltas policiales argentinas.


Acallar las voces que denuncian injusticias es la razón de ser de esa “Ley Mordaza” que el gobierno de las derechas se ha sacado de la manga en España, como también lo es el origen de esa mafia policial argentina cuyas maniobras difunden estos días los medios informativos españoles tras pasarlas por el filtro de la desinformación.

No hay que ser adivino para ver en la reiterada difusión de esas noticias la intención de reforzar la idea fascista de que el pueblo se desmadra cuando no hay una mano dura que lo sujete. Para eso sirve promover revueltas y desorden ciudadano y a eso van encaminadas las acciones criminales de esas bandas que la mafia policial maneja a su antojo y conveniencia. Propagar el miedo para justificar la represión es lo que han hecho siempre los golpistas. Poner a las clases medias de su parte y lanzarlas contra las más pobres para así justificar leyes que promueven la desigualdad social es una medida criminal de gobierno a la que se adhieren todos los partidos políticos falsamente denominados de izquierdas.

Quienes gobiernan saben de la poderosa fuerza de las palabras cuando éstas transmiten ideas que laten en las mentes de quienes las escuchan. Saben que la injusticia mueve a la indignación y ésta a la rebelión cuando el pueblo toma conciencia del abuso a que se le somete. Saben que todo opresor necesita la colaboración del oprimido si quiere seguir adelante con la injusticia, porque a un pueblo que masivamente se rebela solo se le puede detener con un despliegue grande de violencia, algo que puede ser políticamente peligroso y aun ineficaz a la larga. De ahí que mientan continuamente y hagan cuanto esté a su alcance para silenciar toda denuncia que pueda contribuir a generar opiniones y sentimientos que no favorezcan sus intereses.

Acá el gobierno miente para justificar el robo que le está perpetrando al pueblo en favor de las clases privilegiadas. Miente el gobierno y miente esa oposición cómplice que dice una cosa cuando ejerce como tal y hace la contraria cuando está en el gobierno. Mienten los políticos, prevarican los jueces y entre unos y otros arman el necesario baluarte para defender sus intereses y los de quienes les financian. En la Argentina mienten los gobernantes que ocultan la verdadera relación que mantienen con la policía y achacan los disturbios a los pobres de las villas, cuando en realidad no son ellos sino las bandas mafiosas que esos policías manejan y activan a su conveniencia.

Cuando las protestas surgen de forma más o menos espontánea, los gobiernos se limitan a sacar a la calle las fuerzas antidisturbios. Pero cuando la protesta es organizada van a por quienes las lideran. Porque quienes gobiernan saben bien que por mucho descontento que manifieste el pueblo, las protestas quedarán en nada mientras no haya alguien con carisma que las lidere. Y a eso aplican todos los medios de que disponen, desde los judiciales hasta los físicamente violentos, tales como paramilitares y fuerzas armadas.

En un estado en manos del despotismo todo vestigio de democracia queda suprimido, ya sea por ley o de hecho. Las leyes se alejan del principio sagrado de la “regla de oro” para asemejarse a un embudo, ancho para unos y estrecho para otros. El crimen institucional campa por sus anchas. Los grandes estafadores gozan de impunidad y en caso de ser encausados son declarados inocentes o en último extremo son indultados. En tanto que sobre los pobres ladronzuelos recae con fuerza todo el peso de la ley.

No puede haber justicia en el mundo mientras no haya conciencia clara de cuanto se hace y de por qué se hace. Y no habrá conciencia mientras se silencien las voces que denuncian la injusticia. Los partidos de gobierno que se autodenominan de izquierdas debieran tener muy presente que esconder la verdad y silenciar las voces que protestan redunda a la larga en perjuicio suyo. Porque el pueblo aborrece la mentira y difícilmente perdona a quienes le engañan.

Las mentiras de los gobernantes falsamente proclamados de izquierdas son armas letales en manos de la derecha, porque ésta se valdrá de ellas para actuar contra el pueblo y someterlo. De ahí que más peligroso sea un traidor que cien enemigos.

Los gobernantes que con discursos de izquierdas, aun haciendo algunas acciones favorables al pueblo hacen políticas estructurales propias de la derecha son en realidad traidores a la causa que dicen defender. Tarde o temprano el pueblo sufrirá las consecuencias de esas políticas de derechas y descubrirá que quienes las llevaron a cabo no eran sus amigos sino sus solapados enemigos. /PC



PUBLICADO EN:

http://www.kaosenlared.net/secciones/s2/opinion/item/76081-acallar-las-voces-silenciar-la-conciencia.html


http://ecupres.wordpress.com/2013/12/16/acallar-las-voces-silenciar-la-conciencia/

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