sábado, 26 de febrero de 2005

Abstención y monsergas

Votar SÍ o NO o abstenerse no es lo que importa. La vida es una apuesta permanente pero la oferta se reduce a dos opciones: se vive con conciencia y discernimiento o se pasa a formar parte del rebaño. Y no hay más.

Nada hay en el cosmos inconexo ni tampoco en la vida, y ahí, a mi entender, hay que buscar el origen profundo de eso que en lenguaje político llamamos abstención. Cuando el lenguaje se convierte en monserga, las palabras pueden llegar a ser como animalillos domésticos castrados para uso y abuso de quienes ostentan el poder. Políticos y clérigos tienen a su disposición toda una jerga que nadie más emplea, y cabe suponer que ni ellos mismos cuando no están ejerciendo sus funciones. De ahí que no precisen bula para mentir, puesto que las palabras están ya de antemano falseadas. Aunque de ahí también, a buen seguro, esa actitud sabia de las gentes sencillas que consiste en volverse de espaldas al monserguero.

Pero cuidado, que zafarse de la red no es tarea fácil cuando el océano no es más que una pecera, cuando profesionales camuflados, vestidos de paisano, andan entre las gentes observando cuales son sus flaquezas y en qué bobadas entretienen su mente, cuando auténticos especialistas del comecocos trabajan con eficacia en la construcción del cerco invisible que convierte en rebaño la manada. Ya no hace falta para nada en ese punto discursos y monsergas puesto que basta con mostrar la zanahoria para que el asno se lance en pos de ella.

Pensamos cual vivimos, si pensamos, ya que a veces vivimos sin pensar y así no vemos que otros piensan de continuo el mejor modo de llevarnos al huerto y nos imponen un modo de vivir basado en dependencias esclavizantes que configuran el pensar -o el no pensar para hablar más preciso- y marcan el camino por donde quieras o no hay que seguir andando. Porque ha sido así, colocando almadrabas eficazmente como han devenido al poder los comerciales, herederos furtivos de políticos y clérigos en el antiguo arte de la confusión y el engaño. No hay más que ver sino el predominio del lenguaje publicitario en esas dos esferas de la vida pública que son la religión y la política.

Ensayo, error, ensayo, y vuelta a errar y volver a ensayar. Ese es el proceder del intelecto, del humano saber, tanto en el orden personal como en el colectivo. Elegir una opción, apostar, es siempre inevitable. Ejercitar de continuo el pensamiento en esa difícil práctica de discernir es el gran reto al que debe enfrentarse todo ser humano, ya que de continuo hay que decidirse por algún camino.

Nuestro mundo actual ofrece dos opciones: la vía del espíritu o la de la materia. Sí, claro, no es una sorpresa, o no debiera serlo si más no, ya que así fue desde tiempos remotos. Lo que resultaría sorprendente es que algún político lúcido y bien intencionado se lo plantease de verdad y, tras profunda reflexión, optase por la vía del espíritu. Que apostase de verdad por generar conciencia entre la población, capacidad para elegir entre formas de vida esclavizantes y otras que conlleven libertad. Pero no, ellos van a lo suyo que es mandar a costa de quien sea, y ese quien siempre es el de más abajo. El bien común no es lo que mueve a los políticos, sino el bien de su corporación, cuando no el suyo propio.

No puede haber justicia en el mundo y en consecuencia paz si no hay libertad auténtica en las personas. Y no hay verdadera libertad cuando se tiene la mente esclavizada y no se dispone de la menor capacidad de discernir lo esencial de lo superfluo. De modo que ese es el ejercicio básico en el que hay que entrenar las mentes de la población joven. No más monsergas caducas y engañosas, ni más llenarles la cabeza con saberes pragmáticos que no dejen lugar a la sabiduría y marquen un camino ineludible hacia el materialismo o el vacío interior, que viene a ser lo mismo. No más educar para la esclavitud del pensamiento ni para una vida rutinaria al servicio de los amos del mundo. Una capacidad brillante de discernir debiera ser el fin supremo de toda educación, tanto en la escuela como en el hogar como en el conjunto de nuestra sociedad, ya que está claro que el pensamiento hay que fraguarlo a diario, y tan sólo ser conscientes y humanos puede salvarnos. /PC


KAOSENLARED.NET | 26-2-2005
http://old.kaosenlared.net/noticia/abstencion-y-monsergas

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