viernes, 5 de mayo de 2017

Cultivar el pensamiento para renovar la lucha


Pasó el Primero de Mayo sin pena ni gloria, como ya es habitual por estos pagos desde hace años, desde que desapareció de escena la conciencia de clase obrera y todo el mundo pasó a creerse clase media. Necia creencia que solo toma en cuenta estadísticas de orden económico y prescinde de valores humanos y de relaciones de poder. Que no ve ni intuye siquiera que pertenecer a la clase media significa estar en el nivel medio del gran rebaño humano que vive para servir mansamente a los intereses de los amos del mundo. Que no se da cuenta de que ese nivel ha sido determinado por quienes tienen el poder en sus manos y que en sus manos está cambiarlo cuando les convenga.

Por las redes corre una frase que se atribuye a Albert Einstein según la cual “la estupidez humana no tiene límites, al igual que el universo”. No sabemos si la frase es suya ni si el universo es verdaderamente ilimitado, pero no nos cabe duda de que la estupidez de esa gran parte de población que se siente “clase media” supera con mucho los niveles de imbecilidad que son tolerables en un ser humano. De que el nivel de conocimientos que la sociedad le obliga a poseer inhibe por completo su capacidad para pensar en otra cosa que no sea lo que se esfuerza en aprender. De que no cultiva la sabiduría sino el amor al dinero y a ese efímero por individualista bienestar material del cual ahora goza. De que no tan solo no cultiva la sabiduría sino que vive con desprecio absoluto por todo lo que no se acomode al pensamiento dominante. 

Mentes completamente ocupadas por aprendizajes y distracciones, permanentemente invadidas, en las que no cabe ni un ápice de pensamiento que no sea puramente utilitarista. Conciencias atrofiadas por la falta de uso, por la carencia de información motivadora. Desarraigo social a cargo de la competencia necesaria para ocupar puestos ventajosos al servicio de los amos. Ignorancia total de los daños que la actual forma de vida comporta para la especie humana por la destrucción de la Madre Tierra que conlleva, tales como la intoxicación de las aguas, la acumulación incesante de residuos que la naturaleza no puede reabsorber, la destrucción de las formas naturales de vida que siguió durante siglos la humanidad… y un largo etc. 

El capitalismo ha logrado configurar un paradigma de esclavitud que invade la mente de la mayor parte de la población mundial. Sus métodos de persuasión se han perfeccionado con gran celeridad a lo largo del pasado siglo XX y su ideología ha alcanzado hoy día niveles de puro convencimiento. Difícilmente encontraremos en nuestro entorno alguien que no considere la propiedad privada como algo indiscutible. Y del mismo modo se da por bueno el valor del dinero y la dependencia que la vida de cada persona tiene de él. Nada se libra del alcance de las garras de esa inhumana ideología. La humanidad entera adora el confort y el dinero que lo asegura. Es como si el Diablo se hubiese apoderado de todas las almas y las estuviese arrastrando al más profundo de los infiernos.

Han pasado los años desde que la lucha obrera llenaba de sentido la vida de grandes capas de población oprimida. Quienes protagonizaron aquellas gestas se fueron ya al más allá. Pero no es solo el paso del tiempo lo que borró sus huellas sino el vendaval cósmico gestado por el capitalismo que de entonces acá viene barriendo el mundo desde las mentes de quienes consciente o inconscientemente se hallan en el ojo del huracán. Hoy día esa clase obrera ascendida mentalmente a media, que vive a merced de las decisiones que tomen los amos del mundo al igual que vivían los esclavos de todos los tiempos, no conmemora ni rinde honores a quienes por su libertad lucharon sino que los rinde a quienes los oprimen. Quien más quien menos celebra haber conseguido un empleo bien remunerado en alguna gran empresa de ámbito internacional, sin tomar en cuenta el papel esclavizador que esos puestos de trabajo comportan para quienes los desempeñan y para quienes padecen las consecuencias de sus acciones.

Nos preguntamos cuánto tiempo puede sobrevivir la humanidad de este modo poseída por esa ideología destructora. Y también si en algún momento tomará conciencia del rumbo que lleva. No lo sabemos, no poseemos dotes adivinas que nos permitan ver el futuro. Pero sabemos que el planeta Tierra ha sobrepasado con mucho sus límites de recuperación ante el continuo atropello que la humanidad le infringe. Y sabemos también que los paladines de esa endiablada ideología capitalista se han hecho con todos o casi todos los medios de difusión de pensamiento que hoy día existen, lo cual no augura nada bueno. 

Es urgente recuperar el pensamiento, descubrir la mentira, hacer callar a los mentirosos. Es urgente recuperar la capacidad de pensar y de invitar a pensar, porque es el único camino que hay para hacer que el pueblo esclavo tome conciencia de su esclavitud y se decida a reemprender la lucha de quienes pusieron sus vidas al servicio de los desposeídos. Eso, o quedar irremisiblemente engullidos por la vorágine capitalista. /PC