miércoles, 13 de enero de 2016

Indignación y vergüenza


Con la ayuda de una bandada de pardillos mi país permanece en las garras de los rapaces.


Soy catalán de origen y de sentimiento. Nací en tiempo de la República y he vivido la guerra que los militares fascistas hicieron contra el legítimo gobierno republicano y las consiguientes desgracias que aquella criminal acción conllevó a mi pueblo. No he perdonado ni perdonaré nunca a los gobiernos de España los sufrimientos y las humillaciones que nos infringieron, tales como el soporte que dieron a la burguesía catalana para explotar a la clase obrera sin que esta pudiese oponerse a la arbitrariedad de aquella y también la prohibición de enseñar la lengua catalana en la escuela privándonos a todos los catalanes de aprender a leer y escribir nuestra propia lengua.

Soy obrero, hijo, nieto y biznieto de gente obrera. Como obrero he sufrido la explotación de la burguesía que se ha apropiado de la plusvalía de mi trabajo. Y también la desigualdad de oportunidades que los de mi clase han tenido siempre en relación a los de clases sociales más acomodadas. Y soy plenamente consciente de que estas desigualdades no son hechos naturales como el viento o la lluvia sino que provienen de decisiones políticas tomadas por los que ejercen el poder, ya sea personalmente o por medio de otros.

Todo esto que acabo de decir hace que me sienta independentista y proletario a la vez y que considere el Estado español y la burguesía catalana en conjunto enemigos del pueblo catalán obrero. Y son estos sentimientos míos los que me hacen desear que mi país, Cataluña, deje de estar bajo el dominio de España, que sea una república gobernada de manera justa y democrática para que mi pueblo sea libre y soberano y no esté sometido a ninguna de sus enemigos tradicionales ni a otros que puedan llegar a serlo.

Tengo plena convicción de que estos sentimientos míos no son una rareza de mi persona sino que los comparte más gente, tanto de mi edad como más joven y tanto por motivos similares a los míos como por otros, pues todo ser humano es fruto de lo que la vida le dio. Por eso me indigno y sublevo contra políticos y especuladores de todo tipo que quieran sacar provecho de estos sentimientos que tanto respeto me merecen.

Me lleva a decir públicamente cuanto antecede el abuso que el gobierno catalán está haciendo de los sentimientos de catalanidad que, como he señalado, compartimos una parte del pueblo. Un gobierno que, fiel cumplidor de las doctrinas neoliberales imperantes en la UE, impone políticas de austeridad que conllevan miseria y sufrimiento para una gran parte del pueblo catalán mientras mediante todos los recursos que tiene a su alcance exacerba el sentimiento patrio y manipula en beneficio propio el pensamiento de la gente.

El pueblo catalán tiene derecho a expresar su deseo de independencia y parece razonable de todo punto que el gobierno de turno favorezca estas expresiones. Pero manipularlas de forma que sirvan para asegurar la continuidad de políticas de expropiación y expolio del patrimonio y servicios públicos básicos para el pueblo me parece una actuación merecedora del rechazo de quienquiera que tenga dos dedos de frente y un mínimo sentido de lo que es justo.

Llevamos ya más de tres años de manipulación mediática del pensamiento de la gente en favor de una independencia que, bien mirado, en caso de llegar a conseguirse sólo beneficiaría a las clases más acomodadas y dejaría inmersa por muchos años en el esclavitud y la miseria la mayor parte de la población catalana. La liberación de la opresión española que los actuales líderes independentistas catalanes de derechas proponen no es un hecho de justicia ni social ni política sino una trampa para tener el pueblo catalán sometido a los poderes dominantes. No es una revuelta contra la opresión sino un simple cambio de amo hecho con alevosía para beneficio de los políticos catalanes que lo manipulan.

Dado el gran despliegue de mensajes persuasivos hecho por el gobierno catalán a través de los medios que controla, parece lógico que el pueblo no se dé cuenta de a dónde nos están llevando. Pero que una formación política encabezada por líderes bien preparados políticamente que pretende ser a la vez independentista y anticapitalista acabe cayendo en la trampa y apoyando las pretensiones del gobierno de derechas que la pone es no sólo decepcionante sino indignante y vergonzoso a la vez.

Pero bien, la historia de los pueblos se compone de victorias y derrotas. Esperamos que lo antes posible estos líderes que se presentaban como revolucionarios reflexionen y enmienden su error, o bien, si esto no sucediera, que su conducta estimule otros a hacer lo que ellos prometían pero no hacen. / PC

PUBLICADO EN:
http://kaosenlared.net/indignacio-i-vergonya-indignacion-y-verguenza-catcas/

lunes, 11 de enero de 2016

Las contradicciones de la CUP


Dijo NO pero ha hecho SÍ. No ha investido presidente a Artur Mas, lo ha humillado, pero ha dado a su partido la ocasión de seguir con su línea de gobierno. ¿No es una contradicción, esto?


A lo largo de toda la campaña electoral la CUP ha defendido dos posiciones que si en principio no tenían por qué ser contradictorias ha resultado que en las actuales circunstancias sí lo son. Por un lado se ha manifestado independentista hasta el punto de no querer saber nada con las candidaturas que no lo eran explícitamente, lo que parece bastante coherente. Por otro, ha mantenido una férrea oposición a la candidatura de Artur Mas diciendo que no estaba de acuerdo con su línea política neoliberal de recortes presupuestarios y privatización de servicios públicos básicos para el pueblo catalán. Esta actitud crítica más la procedencia izquierdista y combativa de una parte de los candidatos a diputado que ocupaban los primeros puestos de la lista han hecho pensar a una buena parte de sus votantes que la CUP podía ser una izquierda catalana comprometida y dispuesta a luchar por el bienestar del pueblo catalán.

La falta de una izquierda sensible a las necesidades de la población catalana actual se hacía sentir más que nunca desde que ERC se juntó con CDC y so pretexto de favorecer un hipotético proceso independentista daba apoyo a los presupuestos y los recortes de su gobierno. ¿Quién quedaba para defender al pueblo catalán si todos los que se decían independentistas estaban de acuerdo en pasar a manos privadas los servicios más necesarios para la población? Sólo quedaba la izquierda española, la que no contemplaba ni de lejos la idea de una Cataluña independiente de España... y la CUP. Era lógico, pues, que el electorado independentista de izquierdas pusiera sus esperanzas en esta formación joven que tantas muestras daba de estar al lado del pueblo. Y así, con esta imagen, la CUP pasó de tener tres diputados a tener diez.

Estar al lado del pueblo y ser independentista a la vez no es ninguna novedad. Los revolucionarios catalanes de tiempos de la II República participaban de esta idea. De palabra y de hechos se oponían a que ningún pueblo sometiera a otro igual que se oponían a que ningún ser humano sometiera a ningún otro. Es un pensamiento coherente con la idea de libertad que entra en conflicto con los intereses de los poderosos y de los estados opresores. Parecía lógico pensar que la CUP pudiese compartir esta idea. Pero el hecho de que haya terminado apoyando una candidatura claramente neoliberal hace dudar entorno a cuáles son las prioridades de la CUP, si lo es la justicia social o la independencia.

La opción "primero la independencia y luego ya hablaremos de ideologías" no se aguanta por ningún lado desde una perspectiva social en el presente de la nación catalana. Y no solamente porque es apoyar la ambición de estos políticos neoliberales que están gobernando ahora sino porque sabemos bien, y el último 27S lo ha demostrado, que la mayor parte del censo electoral no está a favor de la independencia. Y esto es así después de cuatro años de bombardeo mediático y permanente lavado de cerebro de la población catalana por parte de un gobierno interesado en ponerse al amparo de la estelada. Hay que pensar qué sucedería si en España hubiese auténticas perspectivas de cambios que hiciesen aflorar políticas de carácter social. ¿Cuál sería la oferta catalana que pudiera contrarrestarlas? ¿Que ofrecen CDC y ERC en el pueblo catalán que no sea someterse a los imperativos de la UE? ¿Y qué tienen de bueno para el pueblo las exigencias de este lobby de banqueros que es la Europa del euro? ¿Es razonable pensar que en una situación así ganaría la independencia en caso de referéndum? Pues no, no es razonable pensarlo. Así nos lo hace ver el hecho de que el presidente Mas haya tenido que tragarse su soberbia y echarse atrás de la amenaza de ir a nuevas elecciones en las que la nueva izquierda catalana que está surgiendo hubiera podido hacer desaparecer definitivamente del mapa político a su formación.

¿Qué espera, pues, conseguir la CUP al juntarse con la derecha catalana para evitar unas nuevas elecciones que podrían abrir paso a una izquierda surgida del actual pueblo catalán con ánimo de justicia y espíritu dialogante? Esto es lo que nos debería explicar de manera convincente esta formación independentista que veíamos como sensible a las necesidades del pueblo. Porque si al hacerlo nos encontráramos con que sus argumentos difieren poco de los de la derecha, el desencanto de una buena parte de sus votantes podría ser grande. / PC