jueves, 13 de junio de 2013

Mi libertad, la tuya y la nuestra


“Mi libertad termina donde empieza la de los demás”. Sí, pero...

... Solo en la IGUALDAD y en la FRATERNIDAD, principios básicos de convivencia en una sociedad que busca ser lo más equitativa posible.

... No en una sociedad oligárquica, en la que unas minorías tienen el poder de constreñir la libertad de los demás.

... No en una sociedad competitiva, no solidaria, no colaborativa, en la cual los demás sean adversarios a los que derrotar para sobrevivir.

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Ejercer la propia libertad sin más límites que el de la libertad del vecino es un canto claro y neto a la ley del más fuerte. Contrariamente a lo que pueda presuponerse, un tal modo de entender la libertad no encierra la idea del respeto, sino que la deja de lado.

Esa idea de la libertad es la que viene suscribiendo el capitalismo a lo largo de su historia. Quien pueda hacer, que haga. Quien no...

El “hacer y dejar hacer”, no toma en cuenta las posibilidades ajenas sino para constreñirlas, para reducirlas y convertirlas en beneficio del más fuerte. Es el principio en que se asienta la sociedad clasista. Es la base de la desigualdad social, de la injusticia institucionalizada.

Como bien decía J. L. Sampedro, “Esa es la libertad del dinero, no de las personas”. “Vaya usted a un centro comercial sin dinero y verá lo libre que es”.

Para que la libertad pueda ser una realidad al alcance de toda la sociedad tiene forzosamente que ser una libertad compartida. Mi libertad depende de que sean también libres quienes me rodean; de que la libertad sea un derecho incuestionable y esté protegido por el conjunto de la sociedad.

En tanto que alguien pueda arrebatarme total o parcialmente la libertad no soy libre sino esclavo de quien mi libertad depende. Y eso tanto vale para los individuos como para los pueblos.

Es necio poner el control de la propia vida en manos ajenas. Una necedad que han logrado instaurar los amos del mundo con esta pseudo democracia que nos han impuesto. Hacen y deshacen leyes a su antojo y conveniencia. Toman decisiones políticas en función del mayor beneficio de nuestros explotadores. Tienen el control de todos los elementos necesarios para nuestra vida: trabajo, formación intelectual, comunicación, información, ocio... y hasta de lo más básico, como son los alimentos y el agua. Tienen la capacidad de lavarnos el cerebro con los medios de comunicación, con sus noticiarios, con sus falaces discursos, con su desmesurada desfachatez. Todo cuanto configura nuestras vidas está en sus manos. Tienen el control, el mando a distancia de nuestras vidas en sus manos.

Es necesario y urgente cuestionar el pensamiento que rige nuestra forma de vivir. Es necesario y urgente un proceso interno de reflexión personal, que nos mueva a la reflexión colectiva, porque en tanto esta no se dé, quienes nos gobiernan y manejan nos seguirán manejando.

La libertad es un preciado bien que debemos defender. No luchar por ella es apostar por la esclavitud propia y colectiva. De ahí que defender la propia libertad no sea un derecho sino un deber.

Vivimos tiempos difíciles en los que el enemigo del pueblo aprieta la soga que nos tiene ceñida en el cuello. Nadie puede zafarse de esa prisión en solitario. Solo el pueblo unido puede vencer la tiranía.

Que nadie se quede en casa lamentando lo que nos toca vivir. Unámonos a nuestros iguales. Juntémonos con quienes más afinidad sintamos para diseñar acciones responsables que nos lleven a la tan necesaria libertad.

Mi libertad no lo es si solo es mía. La libertad para que pueda ser ha de ser nuestra.

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