sábado, 20 de octubre de 2012

Independencia y neoliberalismo


En pleno asalto neoliberal a los derechos y la dignidad de las personas, el clamor de independencia catalán protagoniza la escena política catalana y española. La derecha catalana y la derecha española se enfrentan en un match que acapara la atención de una buena parte del público en un momento en que el pueblo lucha por defender los derechos que las políticas neoliberales le arrebatan. Los medios de difusión catalanes focalizan la atención de sus audiencias hacia el sentimiento nacionalista, en tanto que dejan de lado la realidad que deviene como consecuencia de los recortes en los servicios sociales que los gobiernos de España y su subsidiario de Catalunya imponen a la ciudadanía. ¿Acaso esa pródiga difusión mediática del fervor patriótico catalán enfrentado a la defensa acérrima de la unidad de España no tiene todo el aspecto de ser una cortina de humo que favorece las ignominiosas acciones de ambos gobiernos?

Según hemos señalado en anteriores escritos, tras más de treinta años de democracia Catalunya sigue siendo tratada por España como botín de guerra. Si bien durante algún tiempo floreció la esperanza de que la soberbia del vencedor fuese dejando paso a la voluntad de diálogo, no ha sido así sino que una tras otra se han ido cercenando las esperanzas que tras la muerte del dictador se vislumbraban. La España victoriosa ha renacido en cada uno de sus gobiernos, tanto de derechas como de “izquierdas”. La indignación que tales conductas provocan en el pueblo catalán está más que justificada. Nadie se extrañe pues que el afán de independencia crezca día a día.

Ahora bien, quien gobierna en Catalunya es el partido de derechas que ha dado soporte reiteradamente a todas las medidas de carácter neoliberal que los gobiernos de España impusieron. Él mismo está aplicando ahora en Catalunya los recortes draconianos que la UE ordena. En nada se diferencian actualmente las medidas políticas que toman los gobiernos de Catalunya y España. Luego cabe preguntarse ¿que ofrecería al pueblo este partido de derechas que ahora nos gobierna si llegase a gobernar en una Catalunya independiente? ¿Formar parte de esa UE que está sembrando hambre a espuertas en el mundo y aun dentro de ella misma, quizá? ¿Formar parte de esa OTAN invasora y defensora del más salvaje imperialismo liderado por EEUU? Sin duda es esa la Catalunya que cabe esperar nos ofrezca esa derecha neoliberal que ahora nos gobierna. ¿Es esa la patria que quiere el pueblo catalán que clama independencia?

Quede claro que no es el propósito de cuanto aquí se dice menoscabar el sentimiento patrio de un pueblo que lleva tres siglos sufriendo las vejaciones de quienes gobiernan el que le derrotó en guerra. Nada puede excusar y aun menos justificar que un pueblo someta a otro, por más que eso esté en la raíz de la historia mundial desde los más remotos tiempos. Pero sí señalar que ni la soberbia del vencedor ni la humillación del vencido nos parecen vías válidas para la convivencia en pleno siglo XXI. Si en algo deben centrarse los esfuerzos de la humanidad en el presente es en el respeto a la dignidad de las personas y en la convivencia de los pueblos.

No es el camino del diálogo ni del respeto el que ahora siguen los gobernantes citados sino el de la confrontación irrespetuosa. Una confrontación que deja de lado el daño que están inflingiendo al pueblo las políticas neoliberales que aplican. Una confrontación que solo sirve para alentar unas ansias de independencia que se bastan y se sobran en aliento. Una confrontación que sirve... ¿Para qué? ¿Para qué sirve en este momento, en pleno robo a mano armada de los ricos contra el pueblo, esa confrontación como de sainete entre Catalunya y España?

Sería interesante hacerles esta misma pregunta a los presidentes de los gobiernos español y catalán. Sería interesante preguntarles qué pretenden con tanta algarabía. Pero sobre todo sería interesante preguntarle al pueblo catalán qué expectativas tiene de su tan amada Catalunya independiente, así como si de verdad cree que esos líderes políticos que ahora claman independencia nos van a dar algo distinto de lo que tenemos.


martes, 16 de octubre de 2012

La astucia de la derecha catalana


Está bien claro que en Cataluña tenemos gobierno de derechas para rato. El actual presidente de la Generalitat y sus asesores la saben larga. Según declaraciones que el muy honorable señor Mas ha hecho en una entrevista emitida por TV3, el gobierno que surja de las próximas elecciones, que se prevé tengan un buen rendimiento político para los independentistas catalanes, iniciará un largo proceso de tramitación democrática a fin de conseguir el amparo internacional al derecho de convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Está bien claro que esos trámites no van a ser cosa de cuatro días sino un proceso de larga duración durante el cual la derecha catalana, con el soporte parlamentario de los partidos independentistas, seguirá haciendo de las suyas en materia de política económica y social.

En una situación como la presente, con un pueblo enfervorecido por la idea de independizarse de la opresora España, decir o hacer algo que cuestione las intenciones o la conducta de los políticos que lideran y alientan el fervor patrio comporta riesgo de ser tomado como traición. Y eso es así incluso cuando los que se cuestiona o crítica no tenga nada a ver con el tema de la independencia patria. La investidura de líder independentista comporta más inmunidad que la propia de parlamentario.

Lo malo de esa inmunidad concedida por el fervor popular está en que a menudo se convierte en impunidad. Lo vemos de continuo, cuando ninguna mentira hábilmente tramada puede ocultar a los ojos del pueblo las fechorías de políticos desaprensivos. Políticos corruptos que con maniobras y artimañas salen impunes de manos de la justicia que juzga sus delitos son votados nuevamente por sus fieles seguidores que los vitorean y aplauden como si de personas honorables se tratase. ¿Que significa eso? Pues sin duda alguna significa que los ojos noven lo que es evidente sino lo que el corazón les permite ver, Y puesto que el corazón puede más que la razón, absolvemos a nuestros favoritos incluso de los delitos más graves. ¿Acaso no ocurre lo mismo con el fútbol? ¿Hay algún hincha que se queje porque no le hayan sancionado una falta a su equipo?

Cataluña está movilizada, como el resto del estado, en protestas por los duros recortes que la derecha mundial nos impone. Un día tras otro es noticia alguna manifestación que ha sido reprimida por los guardianes del orden público. Pero curiosamente ninguna de esas manifestaciones alcanza ni de lejos cifras que se acerquen a la multitudinaria manifestación patriótica que tuvo lugar en Barcelona el pasado 11 de setiembre, fiesta nacional de Cataluña. ¿Que significa eso, que al pueblo le da igual que le roben el fruto de su trabajo? No, no parece creíble que a la gente le dé igual tener o no trabajo con que ganarse el sustento, poder ir al médico cuando le haga falta y tener las medicinas y los cuidados hospitalarios que necesite, o que ir a la universidad vuelva a ser un privilegio de clase. Y no obstante, la gente no manifiesta su indignación por esos recortes de servicios, que son auténticos agravios a la dignidad humana, con la misma vehemencia con que reclama la independencia de la patria. Cabe preguntarse por qué ocurre eso.

Una de las razones de lo que acabamos de señalar podría ser la falta de conciencia de clase que padece la mayor parte de la población catalana. Somos catalanes sin duda alguna, pero no nos sentimos obreros, por más que dependamos de un sueldo y de que este dependa de que nos quieran contratar. Desde que nos invadió el consumismo el pueblo empezó a pensar y sentir como los ricos y a tratar de emularles. Coches cada vez más lujosos, viajes de vacaciones al extranjero cada vez más lejos, segundas residencias de fin de semana, restaurantes y gastos superfluos sin fin... Y todo eso al alcance del pueblo sin que este se haya tenido que tomar la molestia de defenderlo por que el sistema ya nos lo da sistemáticamente. A nadie le pasaba por la cabeza que el sistema no da nada de balde y que lo que no podemos defender nos puede ser arrebatado en cualquier momento.

Quizá tardemos mucho tiempo todavía en tener conciencia de clase. Quizá durante mucho tiempo no bastará para sublevarnos con que los políticos nos refrieguen la injusticia por el rostro. Los políticos de todo el mundo saben bien que mientras tengan con qué llenar el corazón del pueblo lo podrán engañar vilmente, Y los políticos catalanes no son una excepción, por desgracia. Ahora que es tiempo de vacas flacas y el consumismo se acaba, jugarán la carta de la patria, harán méritos como patriotas y, entretanto, esquilmarán al pueblo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

De lo que no hablan los líderes de la independencia catalana


Decir o hacer cualquier cosa que merme el fervor colectivo conlleva riesgo de rechazo cuando no de lapidación o de hoguera. Así fue a lo largo de la historia y así sigue siendo la conducta que la naturaleza humana dicta a las masas. De aquí que conlleve riesgo de incomprensión, cuando no de que se considere herejía o incluso traición decir en el presente, desde Catalunya, algo que invite al pueblo a reflexionar sobre el justo afán de independencia por el cual clama.

En los artículos que al pie citamos [1] queda clara cual es la posición de quien esto escribe en lo tocante al clamor del pueblo catalán en su relación con el centralismo español. Nadie dude, pues, de los sentimientos que animan cuanto a continuación se expone.

El quehacer político no suele seguir caminos de santidad sino de conveniencia. Contra todo cuanto afirma la mayor parte de quienes gobiernan en este despojo de democracias rendidas al poder del dinero que impera en nuestra “gloriosa” civilización occidental, sus acciones no están al servicio de sus gobernados sino de quienes les garantizan el éxito profesional y su permanencia en el poder, que como bien sabemos no es el pueblo sino los poderes fácticos a quienes ellos favorecen con sus acciones de gobierno. A partir de esta observación que aun siendo obvia no debemos dejar de tener presente, nos asaltan algunas preguntas políticamente incorrectas que justamente por amor patrio vamos a exponer, con la esperanza de que quienes las lean traten de hallar la debida respuesta.

La primera de ellas es qué condiciones pactaría con los poderes de facto ese partido de derechas, Convergència i Unió, de clara ideología neoliberal, que de la noche a la mañana se ha erigido en líder de las aspiraciones patrióticas del pueblo. Un partido que nunca estuvo por la independencia y que hoy va de la mano con el gobierno de España en lo tocante a política económica. Con quien iba a hacer pactos y que iba a dar a cambio de apoyo político es algo que el pueblo catalán debería saber antes de aceptar su liderazgo en tan importante empresa.

Mucho nos han dicho estos días desde los medios que controla el gobierno catalán sobre las ventajas que la independencia de Catalunya iba a traernos. No pocos son los discursos, escritos y conferencias que señalan lo fácilmente que esta puede lograrse. Tanta argumentación hay a favor de ello, que no podemos por menos de sospechar que algo importante se nos oculta. Por ejemplo todo lo concerniente a la banca y a los recursos financieros que han de hacer posible el funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas catalanas, que son las que ocupan a más del 70 % de la población laboral. De eso poco o quizá nada se ha dicho en esos medios que animan nuestro afán de independencia. Tampoco sobre qué países estarían dispuestos a darnos apoyo y que nos pedirían a cambio.

Los medios de información catalanes dicen que los sondeos acerca del posible resultado de ese referéndum que el Sr Artur Mas, actual presidente de Catalunya promete al pueblo dan un 51% a favor de la independencia, con una participación que se estima puede ser del 70%. Pues bien, la mitad, grosso modo, del 70% es el 35%, lo cual nos lleva a preguntarnos en qué cabeza cabe un proyecto que ningunea al 65% de la población.

Auque solo fuera por lo dicho, por más que motivos hay para plantear más considerandos, se nos ocurre preguntar: ¿Es creíble que un profesional de la política no se plantee cuestiones tan fundamentales como son el tema financiero y el riesgo de tensiones que ese 65% de población ninguneada puede desencadenar en manos de los muchos agitadores sin conciencia que hay dentro y fuera de nuestro país? No nos parece creíble en absoluto.

Porque no nos parece creíble tanta ingenuidad en cabeza de político, aun a riesgo de hacer de abogado del diablo nos preguntamos qué piensa hacer el actual presidente de Catalunya con el incremento de votos que espera obtener de la buena fe ciudadana mediante su proclama independentista. Y se nos ocurre que lo tramado en su cabeza es obtener una aceptación incondicional del pueblo a su gobierno, a fin de neutralizar el rechazo que produce la política de recortes que ya ha empezado a aplicar en los servicios que a cargo del fisco se deben dar.

Pensamos que lo más prudente sería no confiar en el mesianismo de esas derechas catalanas convertidas de repente en independentistas que ahora lidera el señor Artur Mas, sino potenciar una discusión abierta sobre todo lo concerniente a este proceso liberador, en la cual además de los políticos interesados en atraerse el fervor popular y de quienes por ellos son designados tenga cabida el pueblo. Pero no un pueblo enfervorecido y fácilmente manejable sino consciente y vivo, con debates abiertos en los cuales haya voces que interpelen a los líderes políticos catalanes y les obliguen a manifestarse sin tapujos ni ambigüedades. Quizá entonces no veríamos tan sencillo algo que a todas luces ha de ser muy complejo, lo cual nos llevaría, sin duda, a hacerlo mucho más real y posible.

[1]  ARTÍCULOS RELACIONADOS:

Demagogia
ECUPRES 4/10/2012
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10015
http://escritosdepepcastello.blogspot.com.es/2012/10/demagogia.html

Clamor de libertad y tambores de guerra
http://escritosdepepcastello.blogspot.com.es/2012/10/clamor-de-libertad-y-tambores-de-guerra.html


martes, 9 de octubre de 2012

Clamor de libertad y tambores de guerra


Nadie gana en una guerra. Muerte y desolación en ambos bandos. Humillación en el bando derrotado. Soberbia en el de los vencedores. Sentimientos ambos que se apoderan del alma y trascienden cual semilla sembrada en las generaciones sucesoras de quienes las sufrieron.

Quien no nació en un pueblo vencido no puede entender el afán de libertad que en él perdura a lo largo del tiempo. Un afán elemental y humano, se mire como se mire, porque ¿quién puede aceptar de buen grado las exigencias y leyes que le impone como castigo su vencedor?

Castigo de vencedor es negarle a un pueblo su propio gobierno y someterlo al gobierno impuesto tras la derrota. Castigo de vencedor es condicionarle el libre funcionamiento de sus instituciones y de cuanto contribuye a la cohesión social de la población, tal como la propia lengua. Castigo de vencedor es despojarlo de sus medios de vida, ya sean estos naturales, como bosques, pastos, ríos, terrenos de cultivo, etc., o del fisco, aplicando ese tesoro público a satisfacer intereses ajenos al pueblo que lo hace posible con el trabajo de todos sus miembros.

Pueblos arrollados militarmente por otros más poderosos. Pueblos sometidos a la soberbia de los imperios. Pueblos ninguneados y en infinidad de casos diezmados por condiciones de vida insalubres, resultado de las acciones inhumanas que sobre ellos ejercen los imperios. Pueblos a quienes se criminaliza el afán de libertad y la exigencia al respeto que merece su dignidad humana.

Tambores de guerra responden siempre al clamor de libertad de los pueblos oprimidos. Tambores de guerra que redoblan tanto más fuerte cuanto mayor es la soberbia del poderoso. Tambores de guerra que si bien en ocasiones atemorizan al oprimido, no dejan por eso de encender aun más sus ansias de libertad. Tambores de guerra que no hacen sino invocar con su redoble al mismísimo dios de la guerra, porque, ¿acaso no es humano responder a las provocaciones?

Pueblos sometidos a la soberbia del imperio. “Si su majestad quiere reinar de verdad sobre todos los pueblos de su corona debe hacer que todos sus súbditos hablen la lengua de Castilla” dijo el gramático Nebrija a su rey. Y así se hizo y así fue. Y de entonces en más la lengua de Castilla hablan por obligación los pueblos hollados por las botas de los ejércitos invasores de esa Castilla que con el paso del tiempo se transformó en la actual España.

Los pueblos tienen derechos inalienables. Los derechos de los pueblos dimanan de los de las personas que los integran. Negarle sus derechos a un pueblo es un crimen, ya que atenta a su integridad en tanto que colectivo humano. Todo pueblo, como todo ser humano, tiene derecho a ser respetado. Nadie tiene derecho a poseer a nadie. Las entregas deben ser voluntarias. Las uniones también. No hay contratos, ni tratados, ni acuerdos de terceros que puedan lícitamente violar estos básicos principios de convivencia. Toda imposición es un acto de violencia, se diga lo que se diga para justificarla.

Suenen donde suenen, los tambores de guerra amenazantes ante el clamor de dignidad que lanzan los pueblos sometidos son la manifestación de un crimen largamente perpetrado que se pretende seguir perpetrando.

Acalle pues sus tambores el opresor. Abra bien su oído y escuche atentamente cuanto le llegue en demanda de justicia si no quiere que el pueblo siga reivindicando cada vez con más fuerza sus derechos. Grande es el daño que ha inflingido a lo largo de los tiempos. Grande el que de no cambiar nada seguirá inflingiendo. Grande la indignación y rabia que una tal conducta desata. Pero quizá ante un cambio de actitud razonable, el pueblo invadido pueda dejar de sentirse sometido y dispuesto a buscar una solución que no sea humillante para nadie, sino que sirva por igual a ambos según las necesidades del presente, en una convivencia de igualdad y mutuo respeto. De no darse tal cambio de actitud por parte del opresor, el clamor del oprimido seguirá, sin duda alguna, hasta lograr el restablecimiento total de la justicia.


PUBLICADO EN:
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10038

domingo, 7 de octubre de 2012

Demagogia


“Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder” (RAE).


Sentimientos elementales son los que se tienen cuando escasean los elementos básicos para la subsistencia. Sentimientos elementales son también los que afloran cuando se nos abren las puertas de la esperanza tras períodos de profunda oscuridad.

La libertad personal y colectiva es, sin duda, uno de esos elementos básicos que disparan sentimientos elementales. La posibilidad de recuperar la dignidad perdida, tras un largo período de cautiverio, es una esperanza que enaltece y ofusca hasta el punto de no admitir reflexión alguna que la ponga en peligro de desvanecerse.

El perro no muerde la mano que le da comida. El ser humano adora a quien alienta sus sueños. Todo eso y más saben los políticos de estas degeneradas democracias y de ello se valen para manipular al pueblo y tratarlo como una masa irresponsable que libra su futuro a vacuos cantos de sirena. Se valen de todo eso más del engaño sistemático, de la desinformación, de la mentira estratégicamente pensada y cínicamente sostenida.

No es tarea difícil para cualquier ciudadano que observe con espíritu crítico la conducta de los políticos cercanos hallar en ella muestras de ese cinismo que denunciamos si compara lo que hacen con lo que dicen en sus discursos. No es tarea difícil, pero poca gente la hace, porque poca gente quiere poner en riesgo una ayuda, ni que sea mísera, o quebrar un sueño cuando no se tiene recambio ni para la una ni para lo otro.

Hoy los políticos catalanes apuestan por la discordia. Una discordia que se nutre de la cizaña sembrada en el alma del pueblo por los amantes de la violencia. Unos, los representantes de la derecha española, criminalizan el justo anhelo de un pueblo al cual la corona española sometió por las armas en 1714 y posteriormente, en 1939, volvió a ser derrotado por el fascismo que puso fin a los albores de la naciente República Española. Un pueblo que, junto a los otros pueblos hermanos sometidos por la España obscurantista y ultramontana, apostó por la justicia social y la igualdad de derechos. Un pueblo al que tras ambas derrotas se le prohibió reiteradamente la expresión máxima de su identidad colectiva, su lengua, y al cual aun en democracia se le sigue sometiendo y se le imponen cargas fiscales inaceptables, cual si de botín de guerra se tratara. Otros políticos, catalanes de pro pero también de derechas y oportunistas a más no poder –y quizá alguno de buena fe, que talvez lo haya-, apuestan por alentar las manifestaciones patrias con promesas que no pueden cumplir porque, como bien saben, la presente realidad política y social las hace inalcanzables. Unos mediante el rechazo y otros con lisonjas, todos alimentan el fervor patrio, ese noble anhelo popular de independencia, de alejamiento de quienes sistemáticamente nos maltratan. Un fervor que en el presente sirve a los oportunistas para desviar hacia él las ansias de dignidad del pueblo y así evitar que se rebele por la política de despojo que las clases dominantes nos imponen y ellos decretan. ¡Qué atajo de sinvergüenzas unos y otros!

Si en el ejercicio de la política todo vale menos perder… Si incluso la violencia de todo orden, jurídico, policial, militar se consideran en ese ámbito recursos válidos… ¿Cómo no van a hacer uso de la demagogia para alcanzar mayor número de votos que sus oponentes esos políticos cuyo universo mental está plagado de codicia y desmesurada ambición? ¿Cómo no van a dejar de lado sin el menor reparo los principios que debieran regir toda conducta en la vida social, empezando por la de sus dirigentes? ¿Cómo no van a servirse de lo que más les convenga por más indigno que eso sea? ¿Cómo esperar que tengan presente principio alguno de dignidad humana si el afán de poder y de dinero que los posee borró de su mente todo vestigio de ella?

Ojalá ese desmesurado cinismo de que hacen gala quienes de tal modo actúan sirva para abrir los ojos al pueblo. Y ojalá que este, con la mente clara y la dignidad recuperada, se atreva a exorcizar al espíritu maligno que mora en quienes de tal modo destruyen la convivencia y la fraternidad en el mundo. ¡Ojalá! Porque en tanto eso no ocurra, la posibilidad de una humanidad más justa seguirá lejana. 

PUBLICADO EN:

ECUPRES 4/10/2012

http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10015