miércoles, 26 de diciembre de 2012

¡Humo, humo, humo!


Es la traducción al castellano de “fum, fum, fum!” el título del villancico catalán por excelencia. Una ancestral proclama del fuego que por estas fechas se enciende en el corazón de todo ser humano ante la esperanza del renacer de la vida. La Tierra se mece, su eje bascula, el día crece, recomienza el ciclo del año en el hemisferio boreal y lo celebramos con la fiesta de Navidad, el nacimiento de Jesús, símbolo de vida en el mundo cristiano.

Pero en esta Navidad 2012 el humo también nos indica otra clase de fuego: el fuego de la indignación de los sometidos, hartos de llevar a cuestas a quienes los oprimen y explotan. Los de arriba han tensado demasiado la cuerda y los de abajo se han encendido. Ya era hora. Ya tocaba. Ya basta de tanta indignidad. Es hora ya de poner las cosas en su sitio y comenzar un nuevo ciclo de vida, más justo, más humano, más coherente, más digno.

Desde que guardamos memoria, la humanidad se mueve en derredor a la injusticia. Los violentos imponen su ley y los poderosos oprimen a los débiles. Todo el mundo acepta esa indigna relación como un hecho irreversible. Lo acepta hasta que se harta, hasta que no aguanta más. Entonces se rebela.

Navidad es tiempo de paz, sí pero, ¿de qué paz? No de la paz que imponen los poderosos, alzada sobre la violencia, la desigualdad y la injusticia. No. La paz de Navidad es la paz del amor que se manifiesta en la hermandad, en el respeto, en la justicia, pero no en la sumisión.

La sumisión no es paz sino guerra aplazada. El sometido no se rebela mientras no puede o mientras teme no poder. Pero teme hasta que se da cuenta de que si quiere, puede. Entonces la paz, esa falsa paz que se aguantaba por los pelos, se viene abajo.

Se nos ha dicho una y mil veces (cabe pensar que con la intención de hacérnoslo creer) que la paz no tiene precio. Pues no, no es cierto. La paz tiene un precio que es el diálogo, según señaló en 1998 el obispo vasco José M Satién con motivo de una tregua que el grupo armado ETA ofreció al gobierno español a cambio de diálogo, ofrecimiento que fue rechazado. El conflicto que entonces ardía era la independencia de Euskadi, por la cual luchaba ETA. Por eso monseñor añadió que para garantizar la paz, la Constitución española de 1978 debiera contemplar el derecho a la autodeterminación del pueblo vasco. Lo mismo cabe decir ahora referente a la independencia de Cataluña.

Decidir los propios compromisos, las propias relaciones, es un derecho natural de todo ser humano y, por consiguiente, de todo pueblo. Nadie, ni persona ni pueblo, tiene que someterse a nadie. La sumisión forzada es un acto de violencia que merece estar penado en los pueblos al igual que en las personas.

Pueblo es el conjunto de los habitantes de un país unidos por vínculos naturales y sociales. Nación es un conjunto de individuos unidos por vínculos diversos, con una historia común que les da carácter propio y una voluntad de organización y proyección autónoma que los impulsa a dotarse de instituciones de gobierno propias y convertirse en estado. De ahí que quien dude de la condición de nación del pueblo catalán solo tiene que mirar nuestra historia. Tenemos una lengua propia, tan antigua como todas las lenguas románicas las de los pueblos que nos rodean, así como instituciones políticas de las más antiguas de lo que hoy es Europa. Son hechos históricos registrados desde antiguo, de los cuales solamente con mala fe se puede dudar.

La mala fe viene de la codicia, del egoísmo, de la falta de respeto, sentimientos bien contrarios al espíritu de la Navidad cristiana que celebramos. De ahí que debamos aprovechar el fuego navideño que nuestro “fum, fum, fum!” anuncia, para explicar de forma clara y comprensible a quienes todavía no lo entienden, que los pueblos, al igual que las personas, se entienden dialogando desde el respeto, desde la igualdad, no desde la imposición ni la violencia ejercida por el fuerte sobre el débil.

Hay que explicar y hacer entender que los intereses de los poderosos no deben priorizarse a los derechos de los pueblos. Que un pueblo es mucho más que los intereses de los ricos. Que las personas son antes que el dinero. Que no hay nada que justifique la violencia, como no sea la propia defensa. Que el pueblo tiene derecho a manifestar su rechazo a todas las injusticias a las cuales se le somete. Que los políticos embusteros que no cumplen las promesas que hicieron durante la campaña electoral debieran ser juzgados como estafadores. Que agredir y apalear a la gente que protesta es un acto de violencia que me rece ser castigado, tanto en quienes lo hacen como en quienes lo ordenan.

¡Navidad! ¡Nada por encima de los derechos humanos! ¡Que el fuego que anuncia nuestro “fum, fum, fum!” nos dé coraje y fuerzas!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Feliz Navidad



Que el Espíritu de la Navidad alcance:

A quienes la toman como una fiesta de luces y campanillas y la celebran echando la casa por la ventana en un derroche de consumismo y obligados regalos.
A quienes no toman en cuenta el costo ecológico y humano de los objetos que compran, sino tan solo el placer que les da poseerlos.
A quienes consideran que no tener los últimos electrodomésticos y aparatos electrotécnicos que han aparecido en el mercado es una ignominia.
A quienes prefieren los teléfonos móviles (celulares) a los libros.
A quienes miran el mundo a través de la pantalla de TV.
A quienes prefieren la tecnología a la filosofía.
A quienes consideran admirables la ostentación y el lujo.
A quienes prefieren la competencia a la colaboración y tienen por valor máximo el triunfo personal.
A quienes dedican más tiempo a las distracciones que al estudio, más tiempo a divertirse que a reflexionar.
A quienes hacen de su vida un continuo pasarlo bien, un inconsciente no querer saber nada de responsabilidades sociales, de nada que sea ajeno a su propia familia, a sus allegados y a su mundo inmediato.
A quienes optan por el analfabetismo político e ignoran que las decisiones políticas son la causa de que vivamos mejor o peor, de que haya más o menos justicia, de que el dinero esté mejor o peor repartido.
A quienes ignoran que los políticos hacen lo que les da la gana porque el pueblo se inhibe de la responsabilidad de controlarlos.
A quienes solo preocupa el bienestar propio, el de su familia y allegados, importándoles un bledo el bien común.
A quienes ponen de modo incuestionable el bien propio por encima del bien ajeno, se aman más a sí mismos que a su prójimo y creen que ese es el camino de la felicidad.
A quienes consideran inviolable la propiedad privada, aun cuando esta atente contra el bien común.
A quienes consideran natural que en el mundo haya pobres y ricos.
A quienes de la explotación del prójimo han hecho norma de conducta.
A quienes ponen el dinero por delante de cualquier otro valor.
A quienes están de acuerdo en que haya escuelas públicas para pobres y privadas para ricos.
A quienes están de acuerdo en que haya hospitales públicos para pobres y privados para ricos.
A quienes consideran que el único fin de su trabajo es proporcionarles unos buenos ingresos.
A quienes desconocen el costo humano de un celular.
A quienes desconocen el esfuerzo humano que conlleva la confección de las prendas que vestimos, las inhumanas condiciones de trabajo y de vida de quienes las hacen y los salarios de miseria que se les pagan.
A quienes se jactan de tener segunda vivienda y se desentienden de quienes no tienen ninguna.
A quienes presumen de viajar en autos de lujo.
A quienes clasifican a los demás según su poder adquisitivo.
A quienes clasifican a las personas según el color de su piel.
A quienes se ufanan de pertenecer a una clase social privilegiada.
A quienes consideran que su pueblo es superior a otros y eso les da derecho a menospreciarlos, a invadirlos, imponerles sus leyes, explotarlos y expoliar sus riquezas naturales.
A quienes ignoran que antes que los estados estuvieron los pueblos.
A quienes siguen celebrando y ensalzando las viejas gestas guerreras de su pueblo.
A quienes consideran la legalidad de las decisiones políticas pero no su legitimidad.
A quienes dan por buenas las decisiones políticas que les favorecen por mas que estas perjudiquen a la mayoría.
A quienes consideran que los pobres son peligrosos.
A quienes piensan que la seguridad ciudadana es tarea de jueces y policías, pero no de justicia social.
A quienes detestan la pobreza e ignoran sus causas.
A quienes están en favor de la paz pero quieren seguir teniendo todo lo que les proporcionan las guerras.
A quienes no sabemos encontrarnos en la lista pero por alguna razón debiéramos estar en ella.

De todo corazón, ¡FELIZ NAVIDAD!

viernes, 7 de diciembre de 2012

La guerra sucia de la España opresora


Enemigo de la paz no es quien lucha por su libertad sino quien usa la fuerza o las malas artes para someter al otro.

La España guerrera, continuadora de la que se rebeló contra la República Española en 1936 y heredera a su vez del ancestral espíritu depredador y asesino que invadió y diezmó los pueblos originarios de lo que hoy es América Latina y redujo a súbditos de la corona de Castilla a los supervivientes, sigue hoy como ayer empecinada en someter a los pueblos que comparten la Península Ibérica.

Sin el menor atisbo de progreso en humanidad a lo largo del tiempo, tras una tregua a la muerte del dictador, que con premeditada alevosía se presentó al pueblo español como una transición a la democracia cuando no era sino un maquillaje para acomodar el estatus a las circunstancias, el autoritarismo español se quita de nuevo la careta y arremete contra quienes se niegan a aceptar la imposición de gobiernos que no surgen de la voluntad del propio pueblo sino de otros que bien pudieran ser hermanos, pero que bajo el dominio de la ideología fascista que sigue hegemónica en una buena parte de España han devenido sucesores del Caín de la Biblia.

Los tempos han cambiado, pero los métodos siguen siendo los mismos. Dictan leyes y normas a su gusto y utilizan la fuerza armada, llámesele ejército o policía, que tanto da, para reprimir a quienes manifiestan disconformidad y así sembrar el terror entre la población. A esa bestialidad le añaden la desaparición de la escena pública de quienes consideran enemigos. Y se valen del engaño y la mentira sistemática para difamar al pueblo catalán a través de la prensa, la radio y la televisión y así manipular emocionalmente a la población española.

En el presente, un proyecto de reforma del sistema educativo que propone el actual ministro rompe con la igualdad de horarios académicos para ambas lenguas cooficiales y relega al catalán a un segundo plano en los programas de enseñanza. Tal proyecto, contrario a lo que se pactó y estableció en la constitución vigente, establece una división entre catalano-parlantes y castellano-parlantes que atenta contra la convivencia ciudadana.

No parece remover la conciencia de la España católica con vocación de imperio esa malvada maniobra que el partido de derechas que hoy gobierna ejecuta contra el pueblo catalán, contra su anhelo de conservar su cultura, su identidad, su lengua y el elemental derecho natural de todo pueblo a no estar sometido a otro. Ningún comentario hemos tenido ocasión de leer o escuchar de parte de la jerarquía católica española ante esa irreflexiva disposición que implica a la Iglesia Católica en tanto que titular de la mayor parte de centros de enseñanza primaria y secundaria concertados.

Tampoco hemos tenido nunca ocasión de leer o escuchar de parte de la jerarquía católica española comentario alguno referente a esa permanente siembra de cizaña que hemos señalado, ese peligroso atizar el odio que tanto daño ha hecho en el mundo entero, pues que ha provocado guerras y genocidios a cual más atroz.

No nos extraña esa conducta en quienes nunca pidieron perdón por haber bendecido a los golpistas que se alzaron contra el legítimo gobierno de la República Española. Tampoco por haber estado siempre al lado de la España intolerante, ora inquisidora, ora fascista. No nos extraña esa falta de sensibilidad para la paz que les mueve a predicar sumisión al sometido en vez de corregir al opresor. No nos extraña este silencio, culpable por omisión, en boca de quienes en breves días entonarán cantos de alabanza a la paz en la liturgia católica que celebra la Navidad. No nos extraña a quienes hemos vivido la guerra civil española y su consiguiente posguerra y hemos visto como la jerarquía católica paseaba procesionalmente bajo palio al dictador. No nos extraña. Pero aun sin extrañarnos, nos repugna su conducta.

Repugna a nuestro espíritu de fraternal convivencia, esa distinción de orígenes y lenguas que desde el Ministerio de Educación español se pretende hacer en la enseñanza básica de Cataluña con fines únicamente políticos. Nos repugna esa guerra sucia que desde la católica España se está lanzando contra un pueblo que sin renunciar a su dignidad en tanto que pueblo, desea vivir en paz, en armonía, en igualdad de condiciones y oportunidades para la totalidad de quienes somos hoy día el pueblo catalán, sea cual sea su lengua y su lugar de origen o procedencia.

La maniobra política que señalamos repugna a nuestro sentido de la fraternidad, de esa fraternidad cristiana tan predicada y tan poco ejemplarizada por esa jerarquía católica española que hoy calla y otorga. Repugna a nuestro espíritu humano, configurado con la ayuda de ese pregón de Buena Nueva que es el evangelio cristiano. Nos repugna y nos hace desear que esta cercana Navidad dé luz y mueva a reflexión a quienes en tal ignominiosa misión están implicados.

domingo, 18 de noviembre de 2012

En torno a la locura y la razón


Debía de estar loco, San Francisco. ¿O acaso no es de locos querer ser pobre cuando se nació rico?

La historia, esa gran recopilación de hechos admirables, está salpicada de locuras. Reales o imaginarias, pero vivas en la mente de millones de seres, son el contrapunto a la sensatez que viene gobernando el mundo a lo largo de los siglos. Siempre fue apareciendo en escena algún ser insensato que lanza en ristre se propuso derribar molinos.

Se hubiese equivocado León Felipe cuando afirmó que en España “ya no hay locos”, de no haber sido su intención claramente provocadora, porque haberlos haylos. Lo que ocurre es que se los oculta, para evitar que cunda su ejemplo y enloquezca media humanidad por contagio. Porque ¿a dónde iría a parar nuestra civilización occidental cristiana si de la noche a la mañana perdiésemos el juicio y empezásemos a ocuparos del bienestar colectivo en vez de pensar solo en el propio?

Nadie con dos dedos de frente pone en riesgo sus bienes, base de su bienestar, a menos que le vaya en ello la vida o la de su propia familia. Esa es la clave de la conducta humana en el mundo de hoy día y de ella se valen los políticos para gobernarnos. Usan los bienes de consumo a modo de zanahoria colgada en la punta de un palo para llevarnos a donde quieren, cual si fuésemos el borrico que cabalgan, confiando en que la sensatez nos llevará en pos de lo deseable. Y aciertan. O por lo menos llevan ya mucho tiempo acertando.

Pero hasta el más sabio yerra tarde o temprano y así fue como, en su exceso de codicia decidieron prescindir de la zanahoria y usar solo el palo. Craso error, porque con solo el palo desencadenaron de nuevo la locura y miles de individuos, poseídos por ella, han dejado de ser asnos para tornarse digno Rocinante, el cual, heridas sus ijadas por las espuelas de eso que impropiamente llaman crisis y cabalgados por el espíritu del inmortal loco manchego, no dudan en lanzarse a galope tendido contra los amenazadores gigantes. Loco empeño el suyo, desigual combate, semejante al de David contra Goliat, tantas veces repetido a lo largo de la historia. Lo frágil contra lo sólido. El débil contra el fuerte. Una honda de pastor contra las armas del guerrero. ¿Cabe mayor locura?

Hoy los políticos catalanes, ávidos de poder, vuelven a manejar la zanahoria para llevar al huerto a ese pueblo hecho masa inerte por las drogas del confort y la molicie. Ofrecen bienes materiales donde solo debiera tener cabida la dignidad. ¿Cómo así? Pues porque son sensatos y saben que la dignidad es cosa de locos, en tanto que lo material lo es de cuerdos. Y saben también que el pueblo es cuerdo, extremadamente cuerdo.

Qué gran triunfo de la razón. De repente, el motivo para librarnos de la tiranía española es el déficit fiscal. La sensata derecha catalana sustituye por moneda de curso legal los esfuerzos y vidas de tantos locos que en aras de la dignidad se sacrificaron luchando contra la tiranía. ¡Será posible!

Motivo habría para felicitarles si, según dicen, fuese cuestión de estrategia. Si fuese verdad que el mundo se hubiese tornado por sí mismo materialista y Catalunya, en tanto que parte del mundo, en un alarde de sensatez hubiese aprendido por ella misma a poner las cosas en su sitio y, descartando la locura, hubiese puesto la sensatez en el primer plano de su vida. Pero no, no es ese el proceso evolutivo de la sociedad catalana, sino otro mucho más deplorable, en el cual las fuerzas de la derecha juegan el principal papel.

La derecha catalana, al igual que la derecha de todo el mundo, es culpable de haber embrutecido al pueblo, de haber estimulado el materialismo de la sociedad de las mil y una maneras que ha tenido a su alcance. Ha impuesto una forma de vida competitiva e individualista, en la cual el triunfo propio implica siempre la derrota ajena; y ha impuesto un sistema educativo que no tiene otro fin que el de configurar mentes aptas para esa forma de vida.

En una tal manera de vivir, cualquier valor no conmensurable es un no-valor. Por lo cual, salvo raras excepciones, la gente vive ignorando todo cuanto no sea evaluable. La sensatez se impone. La locura... Bueno, la locura es cosa de locos, de aquellos que empeñaron su vida en la consecución de algún ideal. Pero de esos ya no quedan, porque murieron en la guerra o fueron fusilados en la posguerra. Los que sobrevivieron fueron los sensatos, los que no apostaron por nada que no fuese su propio bien; los que supieron nadar y guardar la ropa y luego con sensata humildad inclinaron sumisos su testa ante el vencedor y la mantuvieron gacha para que los uncieran, al tiempo que en esa posición contaban las monedas que por su acatamiento percibían.

Esa es mayormente nuestra sociedad actual. Ese es el perfil del ciudadano medio. Ese es el pueblo que ha configurado la ideología de derechas. Por eso ahora los políticos catalanes, en su afán de manejarlo, apelan a la sensatez y en el lugar que corresponde a la dignidad ponen los euros.

sábado, 10 de noviembre de 2012

La guardia baja


Nos pillaron con la guardia baja y nos dieron de golpes tanto cuanto quisieron. Eso es lo que en síntesis podría decir la historia para explicar lo que está ocurriendo en este maravilloso paraíso de bienestar que ahora los ricos del mundo nos están derruyendo.

No es cosa de la economía, de las finanzas, ni de nada que se pueda encuadrar en el campo de alguna disciplina institucionalizada, sino algo mucho más sencillo, mucho más al alcance de todo el mundo, de todas las mentes despiertas, de todos los corazones palpitantes: es la lucha de clases.

Los ricos son los poderosos, pero no porque sí. Lo son porque no han cejado en su lucha por mantener el poder. Año tras año, por más disputas que hayan tenido entre ellos, siempre han acabado poniéndose de acuerdo en lo necesario para seguir ejerciendo el dominio sobre los pobres. Ellos, los amos, han tenido y tienen muy claros cuales son sus valores y se han mantenido fieles a ellos. El poder por encima de todo; el dinero como cebo; y las armas como recurso supremo. Esa ha sido su ruta, su Norte y el rumbo del cual no se han desviado jamás.

Los pobres... ¡Ah, los pobres! Los pobres siempre han tenido algo que les ha ocupado la mente o el corazón. Miles de estrellas titilando en su firmamento de estómago vacío, cielo lejano e invisible para una testa agachada por el peso de la fatiga que da el sobrevivir día a día sin más recursos que las fuerzas del propio cuerpo. La lucha por mantenerse y por mantener firme el brazo que le fustiga la espalda, so pena de recibir muchos más palos en caso de desobediencia. El terrón de azúcar como premio cuando obediente solo se ha hecho acreedor de unos pocos latigazos como de oficio. O un pedazo de tarta cuando ha persistido en su entrega de buena voluntad al servicio del amo.

Domesticado el noble bruto, nacida en cautiverio su descendencia, castrados los ejemplares díscolos que no obedecían debidamente a la rienda y la fusta, la manada ha pasado a ser animal de carga y de trabajo al servicio de sus cautivadores. Buen pienso, buena cuadra, buenos cuidados y un trabajo bien pensado por el amo y aunque duro no tan agotador como para extenuarle, han dado al noble animal venido a menos la sensación de que en la obediencia y el trabajo estaba su mejor destino posible. Y a esa miserable vida de tarea y servidumbre sacrificó su orgullo y dejó de ser libre, renunció a galopar sobre los prados y a desafiar al viento de la vida con la cabeza alta.

¡Ah, los pobres...! Siglos de lucha en pos de la dignidad perdida han sido olvidados por la molicie, por la vida fácil que les ofreció la astucia de los ricos. “Cuando todos los obreros de mi fábrica vayan montados en los automóviles que en ella fabrican, yo seré inmensamente rico”. Eso dicen que en su día dijo Henry Ford, el fundador y dueño único de “Ford Motor Company” y padre de las cadenas de producción modernas, esas prisiones que convertían al obrero en una parte de la máquina, como bien mostró Charlie Chaplin en su película “Tiempos modernos”.

Piezas de la maquinaria moderna de amasar dinero para los ricos son los individuos de este maravilloso mundo construido por el capitalismo para su mayor honra y gloria, al igual que las antiguas pirámides lo fueron para los faraones. Piezas de una maquinaria que ora aceleran ora ralentizan según convenga a sus intereses y caprichos.

La vida muelle ha desplazado a los bravos luchadores que pateando se resistían a ser castrados. Aquellos por quienes luchaban les dieron la espalda. Y así esta sociedad que ahora sufre el acelerón y acoso de los ricos se encuentra desarmada, con la guardia baja, sin líderes que organicen y encaucen la lucha necesaria para mantener viva su dignidad de pueblo.

Mal destino nos espera, a menos que legiones de vírgenes no mancilladas por la codicia alumbren pronto hijos capaces de redimir a esta especie humana que vive hoy deshumanizada.


viernes, 9 de noviembre de 2012

Blancos y negros, moros y cristianos, catalanes y castellanos


No es mejor un negro que un blanco ni es mejor un pobre que un rico. Sabemos bien que tanto el uno como el otro puede ser un mal nacido.

Creer que un catalán es mejor que un castellano es tan imbécil como creer que un castellano es mejor que un catalán. La vida nos muestra bien claro que un catalán puede ser tan indeseable como cualquier castellano. ¿O quizás todavía no nos hemos dado cuenta?

No es una cuestión de origen, aunque también, sino de manera de ser. Pero, ¿de la que depende la forma de ser?

Somos lo que la vida nos ha dado: la naturaleza con que hemos nacido más el entorno que nos ha criado. Una multiplicidad de elementos que se combinan y hacen que cada ser sea como es.

La naturaleza es la naturaleza, y poco podemos hacer. Donde sí podemos actuar es en el entorno. ¿Cómo queremos que sean nuestros hijos? ¿Cómo queremos que sea nuestro pueblo el día de mañana? ¿Qué podemos hacer para ir haciendo el mundo cada día más humano? Estas son las grandes preguntas y no sólo con qué lengua tenemos que hablar.

Vivimos tan bien como podemos, sin tener en cuenta nada que no sea el presente. Somos irresponsables a más no poder. Casi nadie piensa donde nos lleva lo que estamos haciendo, la forma en que vivimos, los recursos que quemamos, los valores que despreciamos, la sociedad que estamos haciendo ... Nuestros hijos tendrán el mundo que les dejaremos, pero casi no pensamos en eso. Sólo vivimos. Vivimos tan bien como podemos y estamos muy orgullosos de lo que hacemos.

El orgullo, un orgullo irracional y estúpido nos invade. Somos los mejores y merecemos estar entre los mejores.

Ah, sí, de acuerdo. Pero, ¿cuáles son los mejores? ¿Los que queman recursos naturales a más no poder? ¿Los que hacen armas cada vez más potentes? ¿Los que explotan otros pueblos y los someten por la fuerza cuando no se dejan explotar? ¿Los que viven del esfuerzo de los que tienen más abajo? ¿Acaso no sabemos nada de historia social?

Sabemos historia y todo lo que en el mundo ocurrió y ocurre. O por lo menos podemos saberlo, porque escrita está en todas las lenguas que tenemos al alcance, comenzado por el catalán. Pero, ¿de verdad queremos saberlo?

Quizá no queremos saber nada de lo que no nos conviene. Nada de lo que nos pueda romper el sueño, de lo que nos pueda poner en peligro la fe. Esta fe ciega que nos hace creer que somos los mejores, que estamos por encima de todo y de todos, del bien y del mal, de los otros. Que nos basta con ser catalanes.

Y llegado este punto debo decir, con el corazón en la mano, que no siento orgullo de ser catalán, pero sí de ser hijo de un pueblo que ha luchado contra los tiranos, que ha alzado la hoz cuando se ha sentido herido y ultrajado, que ha luchado y lucha por los derechos humanos, que ama la justicia y reivindica su derecho a ser una nación libre y responsable de su destino, no sometida a fascismos de ningún tipo, ni castellanos ni catalanes ni europeos ni americanos. Que quiero ser parte de un pueblo que ponga los derechos humanos por encima de los privilegios de los ricos. Que no quiero estar gobernado por ningún político que nos someta a la tiranía de las clases sociales adineradas. Que no quiero tener ningún presidente que haga discursos en catalán y recortes sociales en castellano. Que quiero una patria catalana humana, construida sobre la justicia equitativa y el respeto por los derechos de las personas y de los pueblos. Que la quiero así porque quiero ser libre y parte de un pueblo digno y soberano. Y que no me basta con cambiar de amo, porque amo no quiero ninguno. /PC

Original en catalán:

jueves, 8 de noviembre de 2012

El esplendor de los ídolos


Puerto Rico quiere ser parte de EEUU. El poder cautiva, el dinero ciega, el lujo envanece. Esos tres grandes ídolos del capitalismo llenan de devoción los corazones de la mayor parte de la población del pueblo puertorriqueño. Poco importa que esos ídolos reclamen sacrificios de sangre. Poco importa que el poder se alce sobre la opresión, el dinero sobre la pobreza, el lujo sobre la miseria. Poco importa que el éxito propio comporte el fracaso del prójimo. Poco importa... Quienes aman el capitalismo adoran sus ídolos sin parar mientes en nada, cegados por el esplendor que irradian.

EEUU, imperio del capitalismo, ha seducido al pueblo de Puerto Rico. Ese Imperio responsable de todas las guerras que en este momento se libran en el mundo... Generador de la mayor parte de la pobreza que asola la humanidad... Cuya ideología se funda en la propiedad privada, lo cual no le impide aceptar la apropiación del esfuerzo ajeno en las relaciones laborales y el robo a mano armada como principio de relación entre los pueblos... Ese imperio que se llena la boca hablando de democracia cuando lo que en realidad practica es la plutocracia... Ese imperio que asola con ejércitos y sicarios pueblos enteros para arrastrar hacia sus arcas cuantos tesoros atisba... Ese Imperio asesino ha ganado con su esplendor banal el corazón del pueblo puertorriqueño.

Mal augurio para Puerto Rico cuanto esa decisión conlleva. La mayor parte de su población va a engrosar esas capas de seres marginados que el capitalismo necesita para seguir adueñándose del mundo. Sus miembros van a ser pobres irredentos, excluidos de las grandes decisiones sociales, servidores de quienes estarán inevitablemente por encima suyo.

La desigualdad social que el capitalismo genera es fácilmente apreciable allí donde reina con mayor fuerza y el corazón del Imperio no es una excepción. La movilidad social se torna progresivamente escasa donde impera el concepto de lo privado. Nada de cuanto es básico para el crecimiento humano se rige por la igualdad de oportunidades sino por los privilegios de clase. Las mejores escuelas, las mejores universidades, los mejores servicios médicos son para la población rica. Las mejores viviendas, los mejores barrios, los mejores entornos naturales y sociales quedan en poder de quienes poseen mayor nivel adquisitivo.

El deseo de estar entre la población privilegiada desencadena relaciones humanas de competencia poco menos que feroz. Inmersas en esa lucha por la supervivencia, a pocas mentes se les ocurre pensar que otra forma de vida más humana sea posible. La colaboración queda automáticamente excluida a menos que comporte un beneficio inmediato conmensurable. La idea del triunfo invade todo el pensamiento, sin dejar ni un resquicio al bien común.

La deshumanización que una tal forma de pensar y sentir conlleva genera daños inmensos tanto en el orden individual como social. La violencia y la angustia se muestran sin ambages por doquier. Quienes no tienen quieren tener a toda costa. La delincuencia crece con la marginación. Y la represión que las capas sociales favorecidas desencadenan sobre las de más abajo para seguir gozando de sus privilegios crece con ellas.

El dolor y el sufrimiento humano se tornan ofrendas cotidianas en los altares de los ídolos que adora ese capitalismo desalmado que tiene su mayor templo en el corazón mismo del Imperio USA. La idolatría que allí se cultiva se esparce por el resto del mundo envuelta en una capa de brillante celofán que impide con sus reflejos ver la realidad que oculta. Millones de seres toman por bien lo que no es sino basura. La humanidad entera y nuestra gran casa común, la Madre Tierra, están infectadas de esa ideología autodestructiva, sin que por el momento nada nos haga pensar que haya disponible en cantidad suficiente ningún remedio que las pueda sanar. Lo más probable es que la humanidad siga inmolando vidas y derramando sangre sobre los altares de tan monstruosos ídolos hasta que quizá algo hoy por hoy imprevisible pueda acabar con tanta barbarie.

Publicado en:

ECUPRES  (13/11/2012)
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10071 


sábado, 20 de octubre de 2012

Independencia y neoliberalismo


En pleno asalto neoliberal a los derechos y la dignidad de las personas, el clamor de independencia catalán protagoniza la escena política catalana y española. La derecha catalana y la derecha española se enfrentan en un match que acapara la atención de una buena parte del público en un momento en que el pueblo lucha por defender los derechos que las políticas neoliberales le arrebatan. Los medios de difusión catalanes focalizan la atención de sus audiencias hacia el sentimiento nacionalista, en tanto que dejan de lado la realidad que deviene como consecuencia de los recortes en los servicios sociales que los gobiernos de España y su subsidiario de Catalunya imponen a la ciudadanía. ¿Acaso esa pródiga difusión mediática del fervor patriótico catalán enfrentado a la defensa acérrima de la unidad de España no tiene todo el aspecto de ser una cortina de humo que favorece las ignominiosas acciones de ambos gobiernos?

Según hemos señalado en anteriores escritos, tras más de treinta años de democracia Catalunya sigue siendo tratada por España como botín de guerra. Si bien durante algún tiempo floreció la esperanza de que la soberbia del vencedor fuese dejando paso a la voluntad de diálogo, no ha sido así sino que una tras otra se han ido cercenando las esperanzas que tras la muerte del dictador se vislumbraban. La España victoriosa ha renacido en cada uno de sus gobiernos, tanto de derechas como de “izquierdas”. La indignación que tales conductas provocan en el pueblo catalán está más que justificada. Nadie se extrañe pues que el afán de independencia crezca día a día.

Ahora bien, quien gobierna en Catalunya es el partido de derechas que ha dado soporte reiteradamente a todas las medidas de carácter neoliberal que los gobiernos de España impusieron. Él mismo está aplicando ahora en Catalunya los recortes draconianos que la UE ordena. En nada se diferencian actualmente las medidas políticas que toman los gobiernos de Catalunya y España. Luego cabe preguntarse ¿que ofrecería al pueblo este partido de derechas que ahora nos gobierna si llegase a gobernar en una Catalunya independiente? ¿Formar parte de esa UE que está sembrando hambre a espuertas en el mundo y aun dentro de ella misma, quizá? ¿Formar parte de esa OTAN invasora y defensora del más salvaje imperialismo liderado por EEUU? Sin duda es esa la Catalunya que cabe esperar nos ofrezca esa derecha neoliberal que ahora nos gobierna. ¿Es esa la patria que quiere el pueblo catalán que clama independencia?

Quede claro que no es el propósito de cuanto aquí se dice menoscabar el sentimiento patrio de un pueblo que lleva tres siglos sufriendo las vejaciones de quienes gobiernan el que le derrotó en guerra. Nada puede excusar y aun menos justificar que un pueblo someta a otro, por más que eso esté en la raíz de la historia mundial desde los más remotos tiempos. Pero sí señalar que ni la soberbia del vencedor ni la humillación del vencido nos parecen vías válidas para la convivencia en pleno siglo XXI. Si en algo deben centrarse los esfuerzos de la humanidad en el presente es en el respeto a la dignidad de las personas y en la convivencia de los pueblos.

No es el camino del diálogo ni del respeto el que ahora siguen los gobernantes citados sino el de la confrontación irrespetuosa. Una confrontación que deja de lado el daño que están inflingiendo al pueblo las políticas neoliberales que aplican. Una confrontación que solo sirve para alentar unas ansias de independencia que se bastan y se sobran en aliento. Una confrontación que sirve... ¿Para qué? ¿Para qué sirve en este momento, en pleno robo a mano armada de los ricos contra el pueblo, esa confrontación como de sainete entre Catalunya y España?

Sería interesante hacerles esta misma pregunta a los presidentes de los gobiernos español y catalán. Sería interesante preguntarles qué pretenden con tanta algarabía. Pero sobre todo sería interesante preguntarle al pueblo catalán qué expectativas tiene de su tan amada Catalunya independiente, así como si de verdad cree que esos líderes políticos que ahora claman independencia nos van a dar algo distinto de lo que tenemos.


martes, 16 de octubre de 2012

La astucia de la derecha catalana


Está bien claro que en Cataluña tenemos gobierno de derechas para rato. El actual presidente de la Generalitat y sus asesores la saben larga. Según declaraciones que el muy honorable señor Mas ha hecho en una entrevista emitida por TV3, el gobierno que surja de las próximas elecciones, que se prevé tengan un buen rendimiento político para los independentistas catalanes, iniciará un largo proceso de tramitación democrática a fin de conseguir el amparo internacional al derecho de convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Está bien claro que esos trámites no van a ser cosa de cuatro días sino un proceso de larga duración durante el cual la derecha catalana, con el soporte parlamentario de los partidos independentistas, seguirá haciendo de las suyas en materia de política económica y social.

En una situación como la presente, con un pueblo enfervorecido por la idea de independizarse de la opresora España, decir o hacer algo que cuestione las intenciones o la conducta de los políticos que lideran y alientan el fervor patrio comporta riesgo de ser tomado como traición. Y eso es así incluso cuando los que se cuestiona o crítica no tenga nada a ver con el tema de la independencia patria. La investidura de líder independentista comporta más inmunidad que la propia de parlamentario.

Lo malo de esa inmunidad concedida por el fervor popular está en que a menudo se convierte en impunidad. Lo vemos de continuo, cuando ninguna mentira hábilmente tramada puede ocultar a los ojos del pueblo las fechorías de políticos desaprensivos. Políticos corruptos que con maniobras y artimañas salen impunes de manos de la justicia que juzga sus delitos son votados nuevamente por sus fieles seguidores que los vitorean y aplauden como si de personas honorables se tratase. ¿Que significa eso? Pues sin duda alguna significa que los ojos noven lo que es evidente sino lo que el corazón les permite ver, Y puesto que el corazón puede más que la razón, absolvemos a nuestros favoritos incluso de los delitos más graves. ¿Acaso no ocurre lo mismo con el fútbol? ¿Hay algún hincha que se queje porque no le hayan sancionado una falta a su equipo?

Cataluña está movilizada, como el resto del estado, en protestas por los duros recortes que la derecha mundial nos impone. Un día tras otro es noticia alguna manifestación que ha sido reprimida por los guardianes del orden público. Pero curiosamente ninguna de esas manifestaciones alcanza ni de lejos cifras que se acerquen a la multitudinaria manifestación patriótica que tuvo lugar en Barcelona el pasado 11 de setiembre, fiesta nacional de Cataluña. ¿Que significa eso, que al pueblo le da igual que le roben el fruto de su trabajo? No, no parece creíble que a la gente le dé igual tener o no trabajo con que ganarse el sustento, poder ir al médico cuando le haga falta y tener las medicinas y los cuidados hospitalarios que necesite, o que ir a la universidad vuelva a ser un privilegio de clase. Y no obstante, la gente no manifiesta su indignación por esos recortes de servicios, que son auténticos agravios a la dignidad humana, con la misma vehemencia con que reclama la independencia de la patria. Cabe preguntarse por qué ocurre eso.

Una de las razones de lo que acabamos de señalar podría ser la falta de conciencia de clase que padece la mayor parte de la población catalana. Somos catalanes sin duda alguna, pero no nos sentimos obreros, por más que dependamos de un sueldo y de que este dependa de que nos quieran contratar. Desde que nos invadió el consumismo el pueblo empezó a pensar y sentir como los ricos y a tratar de emularles. Coches cada vez más lujosos, viajes de vacaciones al extranjero cada vez más lejos, segundas residencias de fin de semana, restaurantes y gastos superfluos sin fin... Y todo eso al alcance del pueblo sin que este se haya tenido que tomar la molestia de defenderlo por que el sistema ya nos lo da sistemáticamente. A nadie le pasaba por la cabeza que el sistema no da nada de balde y que lo que no podemos defender nos puede ser arrebatado en cualquier momento.

Quizá tardemos mucho tiempo todavía en tener conciencia de clase. Quizá durante mucho tiempo no bastará para sublevarnos con que los políticos nos refrieguen la injusticia por el rostro. Los políticos de todo el mundo saben bien que mientras tengan con qué llenar el corazón del pueblo lo podrán engañar vilmente, Y los políticos catalanes no son una excepción, por desgracia. Ahora que es tiempo de vacas flacas y el consumismo se acaba, jugarán la carta de la patria, harán méritos como patriotas y, entretanto, esquilmarán al pueblo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

De lo que no hablan los líderes de la independencia catalana


Decir o hacer cualquier cosa que merme el fervor colectivo conlleva riesgo de rechazo cuando no de lapidación o de hoguera. Así fue a lo largo de la historia y así sigue siendo la conducta que la naturaleza humana dicta a las masas. De aquí que conlleve riesgo de incomprensión, cuando no de que se considere herejía o incluso traición decir en el presente, desde Catalunya, algo que invite al pueblo a reflexionar sobre el justo afán de independencia por el cual clama.

En los artículos que al pie citamos [1] queda clara cual es la posición de quien esto escribe en lo tocante al clamor del pueblo catalán en su relación con el centralismo español. Nadie dude, pues, de los sentimientos que animan cuanto a continuación se expone.

El quehacer político no suele seguir caminos de santidad sino de conveniencia. Contra todo cuanto afirma la mayor parte de quienes gobiernan en este despojo de democracias rendidas al poder del dinero que impera en nuestra “gloriosa” civilización occidental, sus acciones no están al servicio de sus gobernados sino de quienes les garantizan el éxito profesional y su permanencia en el poder, que como bien sabemos no es el pueblo sino los poderes fácticos a quienes ellos favorecen con sus acciones de gobierno. A partir de esta observación que aun siendo obvia no debemos dejar de tener presente, nos asaltan algunas preguntas políticamente incorrectas que justamente por amor patrio vamos a exponer, con la esperanza de que quienes las lean traten de hallar la debida respuesta.

La primera de ellas es qué condiciones pactaría con los poderes de facto ese partido de derechas, Convergència i Unió, de clara ideología neoliberal, que de la noche a la mañana se ha erigido en líder de las aspiraciones patrióticas del pueblo. Un partido que nunca estuvo por la independencia y que hoy va de la mano con el gobierno de España en lo tocante a política económica. Con quien iba a hacer pactos y que iba a dar a cambio de apoyo político es algo que el pueblo catalán debería saber antes de aceptar su liderazgo en tan importante empresa.

Mucho nos han dicho estos días desde los medios que controla el gobierno catalán sobre las ventajas que la independencia de Catalunya iba a traernos. No pocos son los discursos, escritos y conferencias que señalan lo fácilmente que esta puede lograrse. Tanta argumentación hay a favor de ello, que no podemos por menos de sospechar que algo importante se nos oculta. Por ejemplo todo lo concerniente a la banca y a los recursos financieros que han de hacer posible el funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas catalanas, que son las que ocupan a más del 70 % de la población laboral. De eso poco o quizá nada se ha dicho en esos medios que animan nuestro afán de independencia. Tampoco sobre qué países estarían dispuestos a darnos apoyo y que nos pedirían a cambio.

Los medios de información catalanes dicen que los sondeos acerca del posible resultado de ese referéndum que el Sr Artur Mas, actual presidente de Catalunya promete al pueblo dan un 51% a favor de la independencia, con una participación que se estima puede ser del 70%. Pues bien, la mitad, grosso modo, del 70% es el 35%, lo cual nos lleva a preguntarnos en qué cabeza cabe un proyecto que ningunea al 65% de la población.

Auque solo fuera por lo dicho, por más que motivos hay para plantear más considerandos, se nos ocurre preguntar: ¿Es creíble que un profesional de la política no se plantee cuestiones tan fundamentales como son el tema financiero y el riesgo de tensiones que ese 65% de población ninguneada puede desencadenar en manos de los muchos agitadores sin conciencia que hay dentro y fuera de nuestro país? No nos parece creíble en absoluto.

Porque no nos parece creíble tanta ingenuidad en cabeza de político, aun a riesgo de hacer de abogado del diablo nos preguntamos qué piensa hacer el actual presidente de Catalunya con el incremento de votos que espera obtener de la buena fe ciudadana mediante su proclama independentista. Y se nos ocurre que lo tramado en su cabeza es obtener una aceptación incondicional del pueblo a su gobierno, a fin de neutralizar el rechazo que produce la política de recortes que ya ha empezado a aplicar en los servicios que a cargo del fisco se deben dar.

Pensamos que lo más prudente sería no confiar en el mesianismo de esas derechas catalanas convertidas de repente en independentistas que ahora lidera el señor Artur Mas, sino potenciar una discusión abierta sobre todo lo concerniente a este proceso liberador, en la cual además de los políticos interesados en atraerse el fervor popular y de quienes por ellos son designados tenga cabida el pueblo. Pero no un pueblo enfervorecido y fácilmente manejable sino consciente y vivo, con debates abiertos en los cuales haya voces que interpelen a los líderes políticos catalanes y les obliguen a manifestarse sin tapujos ni ambigüedades. Quizá entonces no veríamos tan sencillo algo que a todas luces ha de ser muy complejo, lo cual nos llevaría, sin duda, a hacerlo mucho más real y posible.

[1]  ARTÍCULOS RELACIONADOS:

Demagogia
ECUPRES 4/10/2012
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10015
http://escritosdepepcastello.blogspot.com.es/2012/10/demagogia.html

Clamor de libertad y tambores de guerra
http://escritosdepepcastello.blogspot.com.es/2012/10/clamor-de-libertad-y-tambores-de-guerra.html


martes, 9 de octubre de 2012

Clamor de libertad y tambores de guerra


Nadie gana en una guerra. Muerte y desolación en ambos bandos. Humillación en el bando derrotado. Soberbia en el de los vencedores. Sentimientos ambos que se apoderan del alma y trascienden cual semilla sembrada en las generaciones sucesoras de quienes las sufrieron.

Quien no nació en un pueblo vencido no puede entender el afán de libertad que en él perdura a lo largo del tiempo. Un afán elemental y humano, se mire como se mire, porque ¿quién puede aceptar de buen grado las exigencias y leyes que le impone como castigo su vencedor?

Castigo de vencedor es negarle a un pueblo su propio gobierno y someterlo al gobierno impuesto tras la derrota. Castigo de vencedor es condicionarle el libre funcionamiento de sus instituciones y de cuanto contribuye a la cohesión social de la población, tal como la propia lengua. Castigo de vencedor es despojarlo de sus medios de vida, ya sean estos naturales, como bosques, pastos, ríos, terrenos de cultivo, etc., o del fisco, aplicando ese tesoro público a satisfacer intereses ajenos al pueblo que lo hace posible con el trabajo de todos sus miembros.

Pueblos arrollados militarmente por otros más poderosos. Pueblos sometidos a la soberbia de los imperios. Pueblos ninguneados y en infinidad de casos diezmados por condiciones de vida insalubres, resultado de las acciones inhumanas que sobre ellos ejercen los imperios. Pueblos a quienes se criminaliza el afán de libertad y la exigencia al respeto que merece su dignidad humana.

Tambores de guerra responden siempre al clamor de libertad de los pueblos oprimidos. Tambores de guerra que redoblan tanto más fuerte cuanto mayor es la soberbia del poderoso. Tambores de guerra que si bien en ocasiones atemorizan al oprimido, no dejan por eso de encender aun más sus ansias de libertad. Tambores de guerra que no hacen sino invocar con su redoble al mismísimo dios de la guerra, porque, ¿acaso no es humano responder a las provocaciones?

Pueblos sometidos a la soberbia del imperio. “Si su majestad quiere reinar de verdad sobre todos los pueblos de su corona debe hacer que todos sus súbditos hablen la lengua de Castilla” dijo el gramático Nebrija a su rey. Y así se hizo y así fue. Y de entonces en más la lengua de Castilla hablan por obligación los pueblos hollados por las botas de los ejércitos invasores de esa Castilla que con el paso del tiempo se transformó en la actual España.

Los pueblos tienen derechos inalienables. Los derechos de los pueblos dimanan de los de las personas que los integran. Negarle sus derechos a un pueblo es un crimen, ya que atenta a su integridad en tanto que colectivo humano. Todo pueblo, como todo ser humano, tiene derecho a ser respetado. Nadie tiene derecho a poseer a nadie. Las entregas deben ser voluntarias. Las uniones también. No hay contratos, ni tratados, ni acuerdos de terceros que puedan lícitamente violar estos básicos principios de convivencia. Toda imposición es un acto de violencia, se diga lo que se diga para justificarla.

Suenen donde suenen, los tambores de guerra amenazantes ante el clamor de dignidad que lanzan los pueblos sometidos son la manifestación de un crimen largamente perpetrado que se pretende seguir perpetrando.

Acalle pues sus tambores el opresor. Abra bien su oído y escuche atentamente cuanto le llegue en demanda de justicia si no quiere que el pueblo siga reivindicando cada vez con más fuerza sus derechos. Grande es el daño que ha inflingido a lo largo de los tiempos. Grande el que de no cambiar nada seguirá inflingiendo. Grande la indignación y rabia que una tal conducta desata. Pero quizá ante un cambio de actitud razonable, el pueblo invadido pueda dejar de sentirse sometido y dispuesto a buscar una solución que no sea humillante para nadie, sino que sirva por igual a ambos según las necesidades del presente, en una convivencia de igualdad y mutuo respeto. De no darse tal cambio de actitud por parte del opresor, el clamor del oprimido seguirá, sin duda alguna, hasta lograr el restablecimiento total de la justicia.


PUBLICADO EN:
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10038

domingo, 7 de octubre de 2012

Demagogia


“Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder” (RAE).


Sentimientos elementales son los que se tienen cuando escasean los elementos básicos para la subsistencia. Sentimientos elementales son también los que afloran cuando se nos abren las puertas de la esperanza tras períodos de profunda oscuridad.

La libertad personal y colectiva es, sin duda, uno de esos elementos básicos que disparan sentimientos elementales. La posibilidad de recuperar la dignidad perdida, tras un largo período de cautiverio, es una esperanza que enaltece y ofusca hasta el punto de no admitir reflexión alguna que la ponga en peligro de desvanecerse.

El perro no muerde la mano que le da comida. El ser humano adora a quien alienta sus sueños. Todo eso y más saben los políticos de estas degeneradas democracias y de ello se valen para manipular al pueblo y tratarlo como una masa irresponsable que libra su futuro a vacuos cantos de sirena. Se valen de todo eso más del engaño sistemático, de la desinformación, de la mentira estratégicamente pensada y cínicamente sostenida.

No es tarea difícil para cualquier ciudadano que observe con espíritu crítico la conducta de los políticos cercanos hallar en ella muestras de ese cinismo que denunciamos si compara lo que hacen con lo que dicen en sus discursos. No es tarea difícil, pero poca gente la hace, porque poca gente quiere poner en riesgo una ayuda, ni que sea mísera, o quebrar un sueño cuando no se tiene recambio ni para la una ni para lo otro.

Hoy los políticos catalanes apuestan por la discordia. Una discordia que se nutre de la cizaña sembrada en el alma del pueblo por los amantes de la violencia. Unos, los representantes de la derecha española, criminalizan el justo anhelo de un pueblo al cual la corona española sometió por las armas en 1714 y posteriormente, en 1939, volvió a ser derrotado por el fascismo que puso fin a los albores de la naciente República Española. Un pueblo que, junto a los otros pueblos hermanos sometidos por la España obscurantista y ultramontana, apostó por la justicia social y la igualdad de derechos. Un pueblo al que tras ambas derrotas se le prohibió reiteradamente la expresión máxima de su identidad colectiva, su lengua, y al cual aun en democracia se le sigue sometiendo y se le imponen cargas fiscales inaceptables, cual si de botín de guerra se tratara. Otros políticos, catalanes de pro pero también de derechas y oportunistas a más no poder –y quizá alguno de buena fe, que talvez lo haya-, apuestan por alentar las manifestaciones patrias con promesas que no pueden cumplir porque, como bien saben, la presente realidad política y social las hace inalcanzables. Unos mediante el rechazo y otros con lisonjas, todos alimentan el fervor patrio, ese noble anhelo popular de independencia, de alejamiento de quienes sistemáticamente nos maltratan. Un fervor que en el presente sirve a los oportunistas para desviar hacia él las ansias de dignidad del pueblo y así evitar que se rebele por la política de despojo que las clases dominantes nos imponen y ellos decretan. ¡Qué atajo de sinvergüenzas unos y otros!

Si en el ejercicio de la política todo vale menos perder… Si incluso la violencia de todo orden, jurídico, policial, militar se consideran en ese ámbito recursos válidos… ¿Cómo no van a hacer uso de la demagogia para alcanzar mayor número de votos que sus oponentes esos políticos cuyo universo mental está plagado de codicia y desmesurada ambición? ¿Cómo no van a dejar de lado sin el menor reparo los principios que debieran regir toda conducta en la vida social, empezando por la de sus dirigentes? ¿Cómo no van a servirse de lo que más les convenga por más indigno que eso sea? ¿Cómo esperar que tengan presente principio alguno de dignidad humana si el afán de poder y de dinero que los posee borró de su mente todo vestigio de ella?

Ojalá ese desmesurado cinismo de que hacen gala quienes de tal modo actúan sirva para abrir los ojos al pueblo. Y ojalá que este, con la mente clara y la dignidad recuperada, se atreva a exorcizar al espíritu maligno que mora en quienes de tal modo destruyen la convivencia y la fraternidad en el mundo. ¡Ojalá! Porque en tanto eso no ocurra, la posibilidad de una humanidad más justa seguirá lejana. 

PUBLICADO EN:

ECUPRES 4/10/2012

http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=10015