domingo, 21 de octubre de 2007

Nuestros fundamentos espirituales


Esta impactante imagen de León Ferrari me recuerda un escrito que encontré en la red en Mayo del 2004, el cual recogía parte de una intervención de Nikos Kazantzakis en la BBC de Londres en 1946, del cual copio algunos fragmentos.

«Para que una civilización se mantenga en un nivel elevado, debe establecer la armonía entre el espíritu y el alma. Esta síntesis debe ser el fin supremo de la lucha actual de la humanidad...»

«... Una civilización no puede establecerse sino sobre fundamentos espirituales. La vida política y económica está gobernada por las realizaciones espirituales del hombre. ¿Cómo podrá el hombre rehacerse interiormente en un clima de cansancio, de ansiedad y de incertidumbre? No hay sino un solo medio: movilizar todas las fuerzas de luz que están adormecidas en cada hombre y en cada pueblo...

«En este momento, no hay otra salvación. Debemos movilizar todos nuestros recursos para combatir la mentira, el odio, la pobreza y la injusticia. Debemos llevar la virtud a este mundo...

«¿Cuáles son los hombres que van a llevar adelante los recursos morales de la humanidad. No podemos esperar que este grito, este toque de llamada, el más importante de todos, venga de jefes temporales. Sólo los jefes espirituales del mundo pueden y deben cumplir esta noble misión, por sobre pasiones personales. En nuestros días la responsabilidad del pensador es muy grande. Pues las pasiones son ciegas y engendran la lucha y las fuerzas materiales que el espíritu ha colocado en las manos de los hombres son formidables. De su uso depende la salvación o la pérdida de la humanidad. Miremos claramente la época peligrosa que atravesamos y veamos cuál es el deber espiritual del hombre hoy. La belleza no basta ya, ni la verdad teórica, ni la bondad pasiva. El deber espiritual del hombre hoy día es mayor y más complejo que en el pasado. Él debe aportar el orden en el caos después de la guerra y abrir un camino. Debe descubrir y formular un nuevo grito de llamada universal, capaz de establecer la unidad, es decir la armonía entre el intelecto y el corazón. Debe hallar las palabras sencillas que una vez más van a revelar a los hombres esta verdad muy simple: los seres humanos son todos hermanos».

Tanto la imagen de Ferrari como lo dicho por Kazantzakis tras el impacto emocional de la segunda guerra mundial me sugieren algunas preguntas:

1- ¿Sobre qué fundamentos espirituales camina hoy realmente nuestra civilización?

2- ¿Quiénes son hoy día los jefes espirituales del mundo?

3- ¿Hay en la escena pública mundial personas con auténtica autoridad moral?

4- ¿Va a confiar alguien en ellas después de haber vivido tantas decepciones y engaños?

5- ¿Quiénes pueden ser esos “hombres” (supongo que Kazantzakis escribiría hoy “esas personas”) que pueden asumir tanta responsabilidad?

6- ¿Como movilizar todas esas fuerzas necesarias para combatir “la mentira”, “el odio”, “la pobreza” y “la injusticia”?

7- ¿Hay actualmente en el mundo personas, instituciones u organismos capaces de llevar a cabo esa tarea?

8- ¿Que papel pueden jugar en ello los gobiernos?

9- ¿Cómo se les puede motivar a involucrarse en este proyecto humanizador?

10- ¿Qué se puede hacer personalmente?


Éstas son algunas de las preguntas que me vienen a la mente a la vista de lo expuesto. Y para reflexionar sobre ellas y sobre las que queráis aportar pido vuestra participación. Os invito a poner vuestros comentarios y a que enviéis cuanto material os parezca interesante a la dirección de correo de este blog.

A todas y a todos, Luz, Gozo y Paz.


Pep Castelló 
 
http://bibliotecadelgrillo.blogspot.com.es/2007/12/nuestros-fundamentos-espirituales_13.html