miércoles, 6 de octubre de 2004

Clamor de intolerancias y ceguera

¿Acaso alguien cree que es posible mirar hacia atrás sin ira?


Ciego hay que estar para no ver cuando lo que se mira es evidente. Evidente y antiguo y mil veces cantado y repetido, pero nunca advertido. Inerte queda el tiempo cuando se gira ciegamente sin parar en torno al mismo eje, como el burro en la noria, y se dan una y otra vez los mismos pasos neciamente, sin reparar siquiera hacia donde nos llevan. ¿A qué viene esa loa de la guerra? ¿Qué festejan victoriosos esos ejércitos con lucidos desfiles de tropas y de armas? ¿Es acaso el recuerdo de viejas glorias militares ya humilladas? ¿Y qué gloria nos cabe de la rapiña, el pillaje y el genocidio cometido en América? Porque es eso lo que ahora celebramos con un día de fiesta y pomposos desfiles militares ¿O no?

Parece ser que no fuimos los españoles los primeros europeos en llegar a América, pero sí los primeros en saquearla y matar a sus gentes. Una senda que holló por primera vez la España tan “gloriosa” de los también “gloriosos” Reyes Católicos y su no menos “gloriosa” parentela, y que fue la base del ancho camino de cuantos se sumaron a la rapiña y al genocidio que engendraron lo que hoy son estados americanos entre los que se cuenta el que se considera actualmente el más fuerte del mundo.

Y para celebrar tanta ignominia no se le ha ocurrido mejor idea a nuestro progresista gobierno socialista que reunir en un simbólico acto de reconciliación a un republicano y un fascista. No es de extrañar semejante desatino, puesto que si no hay sensibilidad para ver que tanto esa fiesta como ese desfile son un oprobio para cualquier persona con conciencia y un sentido mínimo de la justicia, tampoco hay que esperar que se la tenga para ver que lo más que se puede pedir a republicanos y fascistas es que renuncien a matarse unos a otros, pero no que se pongan juntos a celebrar las glorias de una madre patria que si más no los del bando republicano soñaron bien distinta. Hay que estar ciego para no ver que se odian a muerte. Y hay que ser necio para acumular leña donde puede haber fuego.

No hay más que ver lo que pasa en la enseñanza. De un lado los católicos, que con el nombre de Dios siempre en la boca una y mil veces se han alzado en armas y asesinado, a pesar de lo que dicen sus Mandamientos, reclamando ahora en la escuela el catecismo; del otro los anticlericales que, aun cargados de razones, no ven dos palmos más allá de su propia nariz y todo lo confunden y fían el futuro a la ciencia y a eso que aún siguen teniendo por progreso, como si aun no se viese el rostro del progreso y a dónde nos arrastró tanta ciencia ¡Qué panorama! Tanto más desolador si observamos que unos y otros en lo hondo del alma sólo piensan en lo mismo: en echar fuera todo cuanto no sirva para trepar más alto que quienes les rodean.

Y como no podía ser de otro modo, lo que más les mola a los de ambos bandos es la pelea, ese constante enfrentamiento del que no pueden salir más que vencedores y vencidos. Como si no ganasen siempre los más brutos, y los más desalmados...?

- ¿A dónde queréis ir, intolerantes, con vuestra necia guerra permanente? ¿Qué astuto vividor oportunista se montará el negocio a expensas vuestras? ¿O es que aun no veis que lo más fácil de manipular son las pasiones? La ambición, la codicia, la envidia, el odio, ¿trajeron algo bueno alguna vez? ¡Ni lo traerán jamás!

Si algo debiera traernos el progreso es la capacidad de ver y entender que este mundo nuestro es global -esté o no globalizado por esos depredadores sin entrañas- y que la única lucha que no está condenada a la derrota es la que tiene como meta el respeto a los demás y al medio en que vivimos. Que mientras persigamos objetivos caducos estamos dando pábulo a los reaccionarios, afianzamos el pasado y cerramos el camino hacia un nuevo futuro, un mejor porvenir, y eso es sin duda la derrota de todos, suya y nuestra.

En mi opinión, y aun cuando pareciese lo contrario, tan sólo en la Utopía puede hallarse futuro, no en la persecución ciega y codiciosa de bienes materiales. El bien común por encima de todo o a la larga -o tal vez no tan larga- compartirán la desgracia vencedores y vencidos. Y da igual que no sean iguales las partes compartidas si la mejor de ellas trae la muerte.

kaosenlared.net  16.10.2004
http://old.kaosenlared.net/noticia/clamor-intolerancias-ceguera

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